miércoles, 30 de enero de 2013

¿ SUEÑAN LOS RECLAMOS ?


¿Sueñan los reclamos?
Hace ya algún tiempo un amigo cuquillero me planteaba esta cuestión pues sus reclamos en determinada época del año se mostraban propensos a los saltos, revuelos y algarabías nocturnas, acciones que algunos aficionados hemos sufrido en alguna ocasión y que algunos relacionan directamente con el sueño de sus reclamos.

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Y es que a pesar de que nuestros desvelos, mimos y atenciones a nuestros reclamos son permanentes durante todo el año pues disfrutamos mucho con la belleza de su plumaje, con su excelente salud y siempre estamos absortos mirando y remirando su comportamiento, en ocasiones somos sorprendidos con la acción de un ave brava y salvaje que desahoga sus impulsos y emociones de esta irracional forma.
Varias son las causas que llevan a la perdiz a saltar sin control dentro de la jaula, o en el terrero
La perdiz, como animal irracional que es, se guía por su instinto y responde de múltiples formas ante las situaciones complicadas que se le presentan poniendo en riesgo su integridad física. Es precisamente este instinto salvaje el que le guía e indica el camino a seguir, el alimento que debe ingerir y otros muchos hechos que se enmarcan dentro del rico, y a la vez complejo, comportamiento de la reina del monte.
Varias son las causas que llevan a la perdiz a saltar sin control dentro de la jaula, o en el terrero, dejándose las plumas enraizadas entre los alambres de la jaula, las cabezas peladas o ensangrentadas, picos rotos o despicados, alas caídas por la excesiva briega que han mantenido, heridas de mayor o menor importancia… y, en definitiva, escenas dantescas y decepcionantes son las que presenciamos cuando llegamos una mañana al jaulero para atender a nuestros campeones.

Nuestros esfuerzos por verlos gordos, limpios, brillantes y en perfecto estado de salud vuelan también por los aires y un sentimiento de preocupación y hondo pesar se apodera de nosotros cuando los vemos inmersos en esta triste situación. Nos podemos dar por muy contentos si no ha existido alguna baja ante tal algarabía y si ello se ha hecho presente que no haya sido con el pájaro puntero… o con aquel otro pollo… o el segundón que nos tenía muy ilusionado pues presentaba detalles de importancia para cuajarse con el tiempo como un excelente reclamo.
Los revuelos nocturnos se suelen presentar, con mayor frecuencia, cuando el tiempo comienza a refrescar y los reclamos se encuentran ya casi pelechados pues se están vistiendo con las últimas plumas de la cabeza y las correspondientes al collar o collareta. También es frecuente este comportamiento peligroso cuando llevan algún tiempo enjaulados. De igual manera se hace presente cuando nos encontramos alojados en el campo con la presencia de algunos reclamos extraños para ellos. En estos casos el nulo proceso de aclimatación al nuevo lugar suele ser la principal causa para que exista fiesta nocturna.
Para que el proceso de aclimatación sea el adecuado debemos mantener, desde que lleguemos al campo, las jaulas tapadas con la sayuela, con la lógica salvedad de mantener la piquera abierta para que puedan comer y beber con normalidad. Por las noches taparemos por completo las jaulas para que, existiendo total oscuridad, vean mermadas las posibilidades de asustarse por cualquier motivo. Conforme vayan transcurriendo los días y veamos en ellos el abandono de la extrañeza y la aclimatación a su nuevo habitáculo, iremos subiendo cada vez más las cobijas hasta que llegado el día elegido, que consideremos oportuno, se las quitaremos del todo.
Existe entre algunos aficionados la pésima costumbre de acercar a los reclamos guerreros para que inicien cantos retadores antes de apagarles la luz.
Otra causa del tema que tratamos es debida al recibimiento de una mala impresión, entre ellas están el ataque de una rapaz cuando hemos estado en el puesto. Esta desagradable experiencia hace que el relamo se encuentre sumido en un estado de miedo y a la vez de continua alerta, que le hace estar intranquilo y preparado que eliminar toda la tensión que lleva acumulado…Un bañito de tierra, o una separación momentánea de sus compañeros hasta que su estado emocional vuelva a la normalidad, será el tratamiento adecuado si nos queremos que contagie al resto del equipo con saltos y espantadas que estarán casi garantizadas.
En otros casos los cambios de lugar, o de vecino, son suficientes para que en la oscuridad de la noche quieran seguir de gresca con el camorrista de turno que le han colocado al lado y con el que no tiene ninguna intención de hacer las paces.
Cuando nos regalan algún reclamo arisco, desconfiado o demasiado embravecido, es conveniente alejarlo del resto pues es muy probable que durante el transcurso de la noche invite al baile a sus nuevos amigos de encierro. Cuando el proceso de amansamiento y socialización del nuevo inquilino con el resto finalice, será el momento ideal para que vuelva con todos los reclamos. No hay que olvidar que el acercamiento que le hagamos al grupo de reclamos ha de realizarse siempre de forma gradual.

Existe entre algunos aficionados la pésima costumbre de acercar a los reclamos guerreros para que inicien cantos retadores antes de apagarles la luz. Cuando ello ocurre los reclamos que disponen de un mayor celo, los más guerreros o aquellos con un mayor empuje y con claros deseos de liderazgo siguen cantando, en la oscuridad de la noche, emberrenchinados  tratando de ajustar cuentas con aquellos que perdieron de vista, pero a los cuales presienten cercanas sus presencias. Cuando llegan a enfriarse, uno de ellos suele dar el grito de pánico acompañado de un salto y precedido de un golpe seco de saseo poniendo en guardia a los demás…seguido con el más que seguro y triste espectáculo de saltos y espantadas…
Procuremos que los estados de celos no sean excesivos pues ello equivale ya no sólo a un rendimiento poco adecuado en el tanto, al estado próximo de celos pasados, también a una muda extemporánea y sobre todo a saltos nocturnos que traen irremediablemente consecuencias negativas para su estado físico…y hasta de desnuques que traen  muertes repentinas.
Por todo ello es más que aconsejable la instalación en el interior de la jaula, y en la parte superior de la misma, de unos gorrillos acolchados cosidos de tal forma que el reclamo no puede quitarlos si adquiere la fea costumbre de picarlos. Estos gorrillos son círculos realizados con goma neumática procedentes de las ruedas de los camiones que irán forrados en su interior de goma espuma proporcionando un sistema muy eficaz  para eliminar todas las secuelas y posibles daños que se presentan ante una espantada nocturna.
En la parte superior de los terreros es importante instalar, igualmente, unas mallas plastificadas separadas del techo y amarradas con gomas para así incrementar su elasticidad aportando, en su conjunto, un sistema ideal para aminorar, o reducir en su totalidad, todos  los efectos negativos que lleva consigo un inesperado revuelo nocturno…


DIFERENTES CANTOS DEL RECLAMO (2).

Los diferentes cantos del reclamo (I)
La mágica garganta de un reclamo de perdiz puede emitir tal cantidad de cantos y sonidos, que podríamos hablar hasta de un verdadero vocabulario, puesto que cada uno de ellos contiene un mensaje, con un significado propio e inconfundible, así como un timbre y modulación de tono tan inequívoco, como para diferenciarse con tal claridad, que no pueden prestarse ni a la menor de la dudas.


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A veces, es tal la diferencia que, en cuanto al sonido, existe entre ellos —por supuesto, que en cuanto al mensaje que entrañan también—, que no tienen absolutamente ningún parecido, como podría ser el caso, por ejemplo, del sonido de beso restallón de su piñoneo y el del maullido de un gato, en su suspiro o quejido.

Foto: Josep
Todos ellos, además, son emitidos tomando muy diferentes actitudes, acordes siempre —pues no faltaba más— con el mensaje que se quiere transmitir, por lo que se hacen mucho más expresivos y mucho más significativos. Cierto que son muchas las aves, prácticamente todas, que se comunican con sus congéneres por medio de específicos sonidos o cantos, propios de la especie, pero, ciertamente, que ninguna de forma tan asombrosa y espectacular como el perdigón, no sólo por la cantidad, sino por lo significativos, expresivos y diferentes que son, así como por su maravillosa modulación y timbre, y por las sorprendentes actitudes que, al emitirlos, toma el cantor.
Todos ellos, además, son emitidos tomando diferentes actitudes
Por lo pronto, vayan ustedes contando, y ya me dirán si estamos o no ante algo, realmente, impresionante, además de, cómo no, digno de toda admiración: reclamo de cañón o por alto; reclamo de embuchada o de buche, de dormitorio o por bajo, cantada hueca; curicheo, cuchicheo, culicheo, cuchichío o dar de pie; piñoneo, piteo, besar o castañear; claqueo; cloqueo o cocleo; titeo o cañamoneo; picheo, piolín, chirrío, revuelo, rebote, levantar el campo; maullido, suspiro, quejido; guteo, ajeo, berreo, saseo, canto de la gallina; hacer la carraca, el águila, el aguilucho o canto de peligro; regaño o canto de silencio; rinreo; indicación o señal; rifa o desafío; y algunos más que, por indefinidos y poco significativos, no sabría nombrar y, aún menos, explicar.
Intentar describir algo que, por los maravillosos y mágicos misterios que encierra en sí mismo, hay que vivir y palpar con los sentidos del cuerpo, y aún más, con los del alma, para medio poder gozar de sus insondables bellezas, ya me dirán ustedes si no es una temeraria osadía el ponerse y exponerse a describir con palabras escritas, estas tan mágicas, misteriosas y bellísimas expresiones del alma de un reclamo de perdiz. Buena voluntad, al menos no nos va a faltar, por lo que, aunque sólo sea con estas credenciales, nos vamos a embarcar en tan delicada como peligrosa nave, y que sea lo que Dios quiera.

Reclamo de cañón o reclamo por alto

Tal vez sea este bizarro y viril canto el que mejor defina a un patirrojo macho frente a la hembra, pues éstas también lo emiten, pero en actitud muy distinta y con muy diferente sonoridad. El reclamo de la hembra es como un monótono e insulso charachá, falto de bizarría y, lógicamente, de virilidad, siendo emitido como de carrerilla, a modo de una parlanchina lugareña, enfrascada de dicharacheo con la vecina. ¡Qué coincidencia tan significativa —dicho sea de paso— que, en las zonas rurales de Andalucía, en la puerta de la casa, se las llame, precisamente, estar de characha!
Hay quien opina que, con ellos, excitan a los machos a la pelea
El reclamo de cañón es algo así como un majestuoso saludo, en el que el bizarro gallo proclama, con autoridad y señorío, sus dominios. Ninguno de los cantos del perdigón es tan gallardo, tan viril ni tan señorial como éste. Su onomatopeya, más o menos, suena algo así como «cha, cha, caracha, chachá». Cada reclamada, pues, se compone de varios golpes o sonidos análogos, tan contundentes y enérgicos como viriles y señoriales. Los buenos reclamos, de salida al iniciarse el puesto, suelen hacer reclamadas de siete u ocho golpes. No sé por dónde he leído que un excepcional reclamo llegaba hasta veinte.
Con los reclamos de cañón, los perdigones intentan explorar el campo, llamando la atención a los posibles compañeros que por allí pueda haber. Otros dicen que para acercar las campesinas, si es que las oyen lejos. Hay quien opina que, con ellos, excitan a los machos a la pelea, ya que los que los oyen se lo toman como un galante requiebro dirigido a la amante, por lo que, celoso y despechado, acude frenético el galán que la ronda a castigarlo por mostrarse como todo un descarado e insolente seductor. (Artículo 1 de 7).

EL ARTE DEL RECLAMO

Suerte suprema en el tanto
Considerar arte esta apasionante modalidad no es más que una realidad para los que la practicamos; así como hay personas que desde muy temprana edad tienen una virtud especial para la música, el toreo, la escultura, el dibujo o la interpretación, los jauleros nacen y se hacen con el tiempo, con la paciencia necesaria y el perfeccionismo impreso en su carácter.

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La práctica de tan arraigada modalidad data de la época romana en la Península
Algunos, con el paso de este tiempo y después de probar las sensaciones vividas dentro de un puesto, se aferran a esta modalidad y ya no hay manera de que lleguen a dejarla mientras las fuerzas se lo permitan. No han nacido en cuna jaulera, no han heredado esos genes, pero sí que los han ido desarrollando, volcándose apasionadamente en este arte, descubriéndolo y huyendo de tópicos creados por quienes nunca lo han practicado y, por tanto, lo desconocen. Entonces se dice que ha nacido un jaulero, cuando la modalidad entra en vena y se enquista de por vida.

El reclamo en el tanto hará, con sus cantos batalladores y corteses, entrar en plaza al par dominante de la zona.
© David L. Amador.
Así como el pintor no muestra dificultad a la hora de realizar una obra artística, el jaulero cuenta con la misma facilidad cuando prepara a sus pollos y reclamos antes, durante y después de cada temporada, cuando encuentra el sitio apropiado para realizar el puesto, cuando confecciona un puesto o un tollo y cuando disfruta del trabajo realizado por su pájaro. Este doctorado se alcanza con el trascurso de puestos y años, hacen falta muchísimos celos vividos para obtener tan preciado don, y pese a que es una modalidad de aprendizaje permanente, muchos no llegan a rozarlo y se quedan por el camino, quizás entienden el reclamo de otra manera.

Hoy en día los antiguos aguardos de ramas han sido sustituidos por puestos portátiles de tela de camuflaje, desde donde es más sencillo ver lo que sucede a nuestro alrededor, y además son más cómodos y fáciles de transportar. © David L. Amador.
Esta tradicional modalidad huye de los tópicos de las demás, no existe persecución o acoso a la pieza; el jaulero sale al campo a disfrutar del trabajo de su reclamo, pues será éste quien con sus cantos batalladores y corteses harán entrar en plaza al par dominante de la zona. Sólo para aquellos elegidos, testigos privilegiados, que hemos tenido la fortuna de ver entrar un macho valiente en ella, enmoñado buscando a su rival, como un auténtico meteoro, arrastrando ala y afilándose el pico en el suelo, esa imagen nos vale para toda la temporada e incluso para recordarla durante muchos años.

Tan importante como tener un buen reclamo es preparar un puesto adecuado desde el cual disfrutar del trabajo de un pájaro. © David L. Amador.
Pero no atendamos a engaños, las circunstancias que deben darse para que el fin de la contienda sea el de abatir al macho o a la hembra del par, no son tan fáciles como aparentan, pues aquí cabe decir que el número de disparos que un jaulero realiza a lo largo de toda la temporada es irrisorio.
Las circunstancias no siempre acompañan, se dan muchos inconvenientes para que el puesto se pueda desarrollar de manera ideal, nos encontramos con días desapacibles de aire, frío excesivo, lluvia intensa, niebla... días ideales en los que casualmente aparece un rebaño de ovejas o cabras, esparragueros, taladores, senderistas, días de águilas, buitres, perros abandonados, el campo flojo o pasado de celo... un sinfín de circunstancias. Incluso así el ánimo del jaulero siempre es optimista, siempre huirá del disparo rápido, pues con él viene el final del lance y lo importante de la caza con reclamo de perdiz es lo previo a ésta.
Hay ocasiones en que se produce un indulto involuntario por aguantar excesivamente en plaza al campo, pues no nos cansamos de verlos allí, mostrando con total naturalidad los atributos que posee tan perfecta ave; otros son merecidos por aquellos protagonistas que por casta, valentía y labor realizada lo merezcan; entramos con ello en lo selectivo de esta modalidad. Para una adecuada gestión del coto y dependiendo del número de machos o hembras, pájaros viejos y hembras viejas, que son menos adecuados para la cría, se podrá realizar una selección acorde a su gestión.
Lo anterior es parte de esta modalidad, de este arte apasionante y apasionado por quienes los practicamos y tan puesto en duda por los que no se han tomado la molestia de intentar comprenderlo, estudiarlo y analizarlo con detenimiento. Debe ser así, pues la práctica de tan arraigada modalidad, data de la época romana en la Península, representada en grabados y mosaicos de la época, utilizándose el mismo tipo de jaula que se viene empleando en la actualidad; evidentemente, los materiales han ido cambiado y se han modernizado, pese a que aún y en nuestros días, se emplean jaulas confeccionadas con ramas de olivo, esparto y mimbre.
El método igualmente empleado, red, piedras, lazos y flechas... ha sido paulatinamente sustituido por la escopeta; distintos calibres son utilizados para el puesto, siendo los más usados el calibre 16 y el que impera en nuestros días, el 12; al unísono las escopetas de perrillos han dado paso al empleo de paralelas, superpuestas e incluso semiautomáticas.

También los pulpitillos se han modernizado y las antiguas construcciones con piedras o ramas se han cambiado por tantos metálicos.
© José David Gómez.
El puesto o aguardo que antes se realizaba con ramas o piedras se sustituye, en aquellos cotos donde se practican otras modalidades de caza menor, por el portátil, que también ha sufrido alguna mejora en la actualidad, llegándose a emplear últimamente una tela camuflada y traslúcida que deja visualizar lo que acontece a nuestro alrededor y que, a su vez, siempre y cuando su ubicación sea en la sombra, nos oculta de la visión de las camperas.
El tanto o pulpitillo se sustituye por uno artificial, normalmente realizado en hierro o acero, que hace las veces que antes realizaban aquellas auténticas obras de ingeniería y construcción en piedra o con la utilización de las ramas de cualquier lentisco, taraje u olivo. No era un trabajo fácil la confección de estas plazas realizadas con el máximo de los esmeros y personalizadas de tal forma que denotaban quién era el jaulero que las había realizado por el cuidado y mimo empleado en ello.
Todavía perduran en muchísimos de nuestros cotos, bautizadas con nombre propio, quizás de su primer hacedor o de alguna anécdota acontecida en su lugar, que año tras año se van arreglando, pues el devenir del tiempo inevitablemente va dejando huella en éstos…

LA PICAILLA.

La vida de la perdiz atraviesa una etapa en la que se suceden los enfrentamientos guerreros entre los machos, dentro del seno de un bando, para la elección de la hembra por la que suspiran y así cerrar su ciclo biológico natural. Durante las distintas fases madurativas de los pollos ya se ha ido cimentando una jerarquía donde los más valientes y agresivos miembros del bando ocupan los puestos de mando, que suele estar encabezado por el padre, seguido muy de cerca por los pollos más valerosos.
Una vez llegado al estado adulto adquieren el tamaño de la perdiz, se igualan en tamaño a ella y adquieren el nombre de igualones. Ya en estas fechas los machos de mayor empuje y valor pretenden escalar posiciones de dominio sobre aquellos otros miembros del bando más flojos de temperamento, de menor casta y agresividad.
Esta riñas, peleas y continuos enfrentamientos suelen comenzar con varias fases de tanteo, que les servirá para consolidar una jerarquía de mando que será determinante cuando comience la disgregación del bando en pares ó colleras. Es el progenitor —por corpulencia y experiencia— el que suele controlar los distintos conatos de insumisión que se producen en el clan familiar, poniendo a cada uno en su sitio.
Pero inevitablemente la llamada de la naturaleza para la reproducción hará disparar, de forma inevitable, la contienda entre sus miembros para elegir pareja y posteriormente buscar un nuevo territorio, o querencia, donde asentarse y hacerse fuertes.
Es, en esta fase de sus vidas, cuando los aletazos, saltos, agarrones, picotazos, carreras, persecuciones, y enfrentamientos guerreros de todo tipo se suceden sin parar. Las hembras son testigos de estos lances y como meras observadoras muestran una falsa indiferencia. Solo suelen apartarse a cierta distancia dejando espacio a los machos guerreros para que puedan batirse a su gusto.
En ocasiones, alguno de ellos se encarama sobre lugares algo elevados mostrando su superioridad y tratando de indicar al resto que deben acatar su autoridad. Mientras, otros pollos valerosos, en grupos de dos o más, esperan al entronizado macho que se baje de su atalaya para darle un soberano escarmiento. Las alas caídas, las moñas levantadas, alguna que otra pluma que vuela por los aires de los agarrones que se propinan, y la emisión de cantos y sonidos, en extremo belicosos, suelen presidir las preciosas escenas de una picaílla, llamada así por las continuas picadas que se reparten entre ellos.
Al existir una escala de mando en forma piramidal, los que ocupan los lugares de privilegio son los primeros en elegir hembra y así el resto del bando permite que se aparte con la «elegida» a cierta distancia. Pero si alguno de los miembros no está de acuerdo introduce de nuevo la discordia en el bando y de nuevo vuelta a los enfrentamientos y disputas. Casi siempre son los progenitores los que se alejan los primeros del grupo familiar dejando a su prole que siga sus pasos en la elección de su pareja.
Al existir una escala de mando en forma piramidal, los que ocupan los lugares de privilegio son los primeros en elegir hembra y así el resto del bando permite que se aparte con la «elegida» a cierta distancia.
De esta forma, gradualmente, cada pareja recién formada abandona la formación grupal donde ha nacido y desarrollado y buscan un lugar, o nuevo territorio, donde hacerse dueños del mismo. Cuando la densidad perdicera de la zona es elevada, las querencias o territorios se reducen de forma obligada para albergar a las distintas colleras recién formadas. Por este hecho, cuando existe superpoblación, la defensa territorial adquiere un valor secundario.
Si después de la disgregación del bando imperan condiciones climáticas muy adversas, como grandes nevadas, suelen agruparse algunos miembros del viejo bando, aunque no todos los componentes del mismo. Pero esta reunión es circunstancial y pasajera pues en cuanto mejoran las condiciones adversas vuelven a separarse para no hacerlo ya nunca más.
No obstante, al principio de cada temporada cuquillera cuando emplazamos nuestro puesto en aquellos lugares donde se ha tenido lugar hace poco la partición del bando, solemos ser testigos de enfrentamientos, carreras y persecuciones pues aún no tienen bien delimitadas las querencias. Algunos piolíos, revoladas y el presentarse de callada varias parejas en la ubicación de nuestro puesto, serán también maravillosas escenas de las cuales podremos ser testigos.
Cuando las querencias apenas existen, pues es excesiva la densidad de pares recién formadas, no suele existir defensa de la misma, ya que se limitan a mantenerse a cierta distancia sin que lleguen a existir, en la mayoría de las ocasiones, enfrentamientos para defender un territorio común que comparten con muchos de sus congéneres.
Por esta razón, cuando situamos el puesto en un lugar de estas características se produce la desesperación, tanto del reclamo como del cuquillero, al comprobar el caso omiso que hace el campo a las continuas llamadas de nuestro reclamo.
Distinto es el caso aquel del cual somos testigos y es el referido a vivir, paladear y disfrutar dentro del puesto de una picaílla. Suelen ser muy contadas las oportunidades que nos brinda un hecho de estas características.
Si además contamos con la presencia en el tanto de un reclamo valiente, veterano, suave en sus cantos, meloso en el recibo y que no se acobarde en los momentos aquellos donde los más valientes del bando acuden a la plaza queriendo eliminar, de forma muy agresiva y al mismo tiempo persuasiva, a otro contrincante o adversario más a la hora de elegir pareja, entonces seremos afortunados testigos al contemplar escenas de alto valor cuquillero.
Algunos piolíos, revoladas y el presentarse de callada varias parejas en la ubicación de nuestro puesto, serán también maravillosas escenas de las cuales podremos ser testigos
El hecho de presentarse en plaza varios guerreros mostrando sus armas de defensa tiene una explicación lógica pues cuando detectan, por el canto, a otro macho en su querencia supone la presencia de un nuevo contrincante, o adversario, que viene a entrar en la disputa por las perdices, además de considerarlo —por lo mensajes agresivos que pregona— un intruso que ha osado invadir su territorio o querencia.
Por esta razón cuando escuchan los mensajes del invasor acuden presurosos al lugar donde nuestro reclamo se encuentra. En ocasiones, y antes de llegar a nuestra ubicación, vienen emitiendo sonoros regaños acompañados de sonidos, en extremo belicosos, para desalojar de forma inmediata a aquel que se ha presentado sin permiso para ocupar un terreno que les pertenece.
Otras veces se presenta el primero el gallo de banda en plaza, escudado, con aires de ira y persuasión, grifado, de callada, trasladando mensajes visuales «de pluma», pretendiendo acobardar a nuestro reclamo.
Sólo transcurren breves momentos de estas apasionantes imágenes cuando también irrumpen en el escenario los pollos más valerosos del bando… ¡Qué momentos de emoción!... Varios de ellos contornean el pulpitillo, otros intentan encaramarse en la jaula pretendiendo propinarle un soberano escarmiento a nuestro reclamo…
Mientras… y como música de fondo… se oyen las revoladas, picotazos, agarrones y piolíos de otra «picaílla», o los enfrentamientos de los distintos pares recién formados que al haber encontrado un nuevo territorio donde asentarse pretenden delimitar sus respectivas querencias…  Qué más puede pedir un aficionado… Todo un precioso sueño cuquillero, sin lugar a dudas uno de los mejores.
Cuando somos afortunados testigos de vivir estas privilegiadas escenas, el corazón quiere salirse de nuestro pecho, la emoción alcanza cotas inimaginables, disfrutamos y sufrimos al mismo tiempo, pues no llegamos a adivinar el final de tan insólita situación.
Si alguna hembra entra, como mera observadora, en la plaza, suelen los machos hacerles la rueda, escudándose al lado de ellas al tiempo que las «invitan» a marcharse del lugar, pues pueden llevarse algún picotazo de algún macho llevado por la ira adquirida por la situación que atraviesan. De hecho, si el puesto trascurre en el filo del monte, es aquí donde suelen llevarlas para, a continuación, arrancarse en veloz carrera hacia la plaza para continuar con la batalla que tienen pendiente.
La excitación de los machos suele ir en aumento ya que se dejan llevar por el calor del momento y así no es extraño verlos con claras intenciones de encaramarse en la jaula para batirse con aquel extraño que de forma descarada les está presentando batalla y además en un terreno que no le pertenece.
Estos puestos suelen ser excepcionales y muy raros de presenciar. Cuando hemos sido afortunados testigos de tener una experiencia semejante, guardamos celosamente en nuestra memoria perdigonera cada detalle, cada momento, cada imagen… volvemos a paladearnos del regusto dejado... y así recordamos una y otra vez, de forma muy lenta, todos los pormenores de aquel maravilloso puesto, donde tuvimos el privilegio de vivir una «picaílla» de perdices…

MAULLIDOS....SUSPIROS...BOSTEZOS


Dentro del amplio repertorio sonoro que dispone la perdiz, existe un sonido que siempre ha sido motivo de los más amplios debates en el mundo cuquillero, encontrándose en las sabrosas tertulias perdigoneras diversidad de opiniones, casi todas argumentadas y extraídas de la propia experiencia o de lo trasmitido por familiares o amigos… me refiero, cómo no, al maullido.
Existen varias clases de maullidos, que dependerán del estado de celo, de la propia naturaleza de cada reclamo, de la fecha del año en que lo emitan, de la frecuencia con la que lo utilizan, etc.
¿Por qué el reclamo maúlla? ¿Qué sentido o finalidad persigue cuando lo oímos suspirar? ¿Es positivo ese estado que mantienen?
Existen varias clases de maullidos, o suspiros, en nuestros reclamos, y este aspecto dependerá del estado de celo que mantenga, de la propia naturaleza de cada reclamo, de la fecha del año en que lo emitan, de la frecuencia con la que lo utilizan, del calor o estado de celo que adquieran… y otros muchos detalles que es preciso señalar.
Existe el maullido propio de aquellos reclamos que tienen por costumbre desahogarse de esta forma y lo emiten durante todo el año, y así maúllan de vez en cuando dentro del terrero, bien después de acicalar sus plumas, o después de darse un bañito de tierra. En estos casos estos suspiros no indican ningún estado de celo, ni calor, ni excitación, ni irritabilidad… simplemente estamos ante un suspiro de complacencia, trasmitiendo de esta forma el encontrase a gusto en el lugar donde lo tenemos ubicado.
También existe el maullido del calentón, esta vez provocado por el cuquillero al arrimar dos pájaros de sangre para que inicien un enfrentamiento. Una vez agarrados, al volverlos a colocar en los lugares donde suelen estar situados en el jaulero y cesar los cánticos retadores provocados, suelen soltar algún suspiro, o maullido, derivado del calor acumulado en la pelea, aunque pasado cierto tiempo vuelven a un estado normalizado. Este es un suspiro ocasional y empleado de forma circunstancial. Tampoco indica celo ni excesivo calor, denotan casta y maneras en aquellos reclamos que emplean este sonido.
Otro tipo de maullido es aquel que emiten cuando están enzarzados en la pelea sonora que mantienen en el jaulero, entonces algunos de ellos cesan en sus cánticos, se hacen una pelota, colocan la cabeza en forma pensativa… y de vez en cuando sueltan un grito plañidero, flojo, sin fuerza… vienen a indicarnos el comienzo en la adquisición del celo.
Encontramos también el maullido repetitivo, casi secuencial… cada cierto tiempo emiten un suspiro profundo, largo, sonoro, cronometrado. En estos casos tenemos que estar muy pendientes, pues ya hablamos de celo verdadero. Por un lado disponemos ya del reclamo encelado, cuyo celo hay que saber dosificar y mantenerlo a toda costa, sin que se suba —que nos haga pensar en un posible pelecho extemporáneo— ni que se baje en demasía. En estos casos sus respuestas en el tanto son las que nos indican si debemos utilizar urgentes medidas de enfriamiento para mantener ese estado.
Otro tipo de suspiros son los que oímos en el campo a nuestro reclamo, en el pulpitillo. Si su utilización es mínima y muy ocasional no debemos preocuparnos pues es la consecuencia del estado de calor adquirido por la pelea dialéctica que mantiene con el campero. Pero ¡ojo!, si estos mismos suspiros cortaran los cantos o el trabajo del reclamo… entonces sí tenemos que preocuparnos en rebajar de forma inmediata ese excesivo calor y celo que mantienen, pues estamos a un sólo paso de un pelecho no deseado, o de un estado denominado de celo pasado.
En ocasiones el suspiro se produce después de un trabajo exquisito en el tanto realizado ante una hembra astuta, escurridiza y resabiada, a la que ha conseguido entrar en plaza cuando previamente ha empleado todos los recursos zalameros y de conquista imaginables. Al realizar el correspondiente entierro, emplean unos suspiros para aflojar la tensión acumulada del lance vivido, mientras observan desde su trono la inmovilidad de aquella perdiz abatida que lo había provocado.
Los reclamos de sangre, cuando se encuentran encelados y se enzarzan en luchas interminables, emiten unos largos suspiros que van precedidos de ardorosos claqueos dirigidos a sus vecinos de encierro, demostrando con ello su casta, su celo… ya que la sangre les hierve y no los deja tranquilos.
Los pájaros de menos poder, y con menor valor ofensivo, suelen emitir un suspiro flojo, entrecortado, cuando le arrimamos un contrincante de mayor empuje, para a continuación soltar un cobarde chirrido acompañado de la escena de agacharse, trasladando con esta actitud, al más valeroso, su acatamiento y su subordinación.

Foto: Dani Huertas.
No confundamos esta especie de imitación del chirrido con el verdadero, que es aquel otro utilizado por el reclamo veterano en el tanto para mover el campo receloso, jauleado, o simplemente por falta de celo o valentía. Este sonido es distinto al anterior pues su objetivo es precisamente provocar la movilidad de la perdiz y sacarla de su indiferencia.
No siempre tiene que ir asociada la idea de maullido con un estado que suele definirse con estar pasado de celo. Aunque es cierto que en algunos casos, y sobre todo al final de temporada, donde los maullidos se suceden, los cantos guerreros son inacabables y los desafíos que mantienen en el jaulero se suceden de igual manera. En estos casos los trabajos en el tanto suelen además caracterizarse por una excesiva bravura, por cánticos retadores en exceso y además con celos pasados… con lo que el campo no suele entrar ante este ofrecimiento guerrero de nuestro pájaro.
Son estos casos cuando relacionamos los suspiros con celos pasados. Lo que procede es, cuanto antes, enfriar a los reclamos con sangre antes de que nos avisen con la caída de parte de su plumaje. De ahí que sea siempre aconsejable que la adquisición de los celos vaya siempre al compás de la perdiz campera, de forma gradual, sin provocaciones artificiales, con una alimentación equilibrada que haga posible la adquisición de celos verdaderos, naturales y duraderos durante toda la temporada del cuco.
No todos los reclamos maúllan, bien por no estar encelados, bien porque su carácter y casta no llegan al desbordamiento emocional que ello trae consigo. Tampoco son todos los pollos los que suspiran o emiten un largo y cautivador bostezo, aunque los que lo hacen, en muchos casos, suelen estar adornados de valentía y arrojo, sin que este sea un signo evidente de su posterior valía como reclamos en el tanto, que es definitiva quien pone a cada uno en su sitio… «la mata es la que siempre manda».

Foto: Javier Tajuelo.
También el verdadero cuquillero imaginariamente maúlla y mentalmente suspira cuando recuerda los lances que vivió en tal o cual puesto con aquel reclamo veterano que le brindó una lección magistral, o con aquel pollito, o aquel segundón, que en un determinado puesto le regaló detalles de importancia.
De igual manera, en las sabrosas y necesarias tertulias cuquilleras, y después de oír los relatos apasionados de todos los contertulios, llegamos a imaginarnos que también maullamos, dado el calor perdigonero del que estamos poseídos, o celo adquirido en estas apasionadas charlas y relatos. No obstante hay que señalar que el auténtico reclamista está suspirando todo el año, bien en la observación diaria de nuestros reclamos, bien en su cuido… estamos impregnados de un celo permanente que propicia, afortunadamente, este maravilloso embrujo que forma parte de nuestras vidas.
Los cuquilleros siempre estamos suspirando y deseando que la larga espera que nos invade se haga lo más corta posible y así comience, como todos los años, el ritual o proceso ceremonial de la apertura de la caza del reclamo… También el campo suspira… en un largo, sonoro y cautivador bostezo… como pretendiendo señalar que está dispuesto a la lucha, al combate, a la defensa de su querencia… maullidos de espera… bostezos de intranquilidad…

AFICIONADOS AL RECLAMO.


La modalidad de la caza de la perdiz con reclamo se nutre de distintos tipos de «aficionados» y AFICIONADOS, según la enseñanza recibida, transmitida, o según la óptica con la que mire cada jaulero.
El AFICIONADO, con mayúsculas, es el que se encarga personalmente de cuidar, mimar y atender sus reclamos todo el año. Los conoce a la perfección: por sus cantos, por sus formas, sabe el carácter de cada uno de ellos, sus distintos estados de ánimo, etc.
Existe el «aficionado» que se despreocupa totalmente de sus reclamos al finalizar la temporada del cuco. Por ello es frecuente que acontezcan situaciones que se caracterizan por la muerte de casi todos sus reclamos ya que el abandono, el descuido total, tanto en alimentación como en higiene, es la nota predominante de aquel que no debe tener el honroso título de llamarse cazador de la perdiz con reclamo.
Existe también otro «aficionado», personaje muy peculiar, que es aquel que disponiendo de una economía muy saneada sólo se preocupa de que lleguen a su jaulero los reclamos que pueda adquirir, siempre los billetes se encargan de llenar su «pobre» jaulero. En este sentido nunca han sabido hacer un reclamo, pues eso de hacer muchas y largas sentadas, y así aportarle oportunidades al pollastre, o segundón, con cualidades cantoras, no está en su agenda.
También existe otro tipo de «aficionado» que sólo le gusta «cazar el pájaro», pues las tareas de cuido, alimentación y limpieza se las encomienda a personas a su cargo durante todo el año. En cuanto finalizan los calores estivales y adquiere algo de «celillo» suele preguntar al encargado de turno por el estado que se encuentran sus reclamos y su rápida disposición a reponer el jaulero si han existido demasiadas bajas.
Por otro lado hay que señalar también al «aficionado» llamado «coleccionista» de reclamos; suele ser aquel que, disponiendo de cierta solvencia económica, enloquece ante la presencia de cualquier reclamo a la venta, todos los que contempla son de su agrado y así no es raro contarle un excesivo número de perdices. Esta situación trae consigo que cuando llega la temporada de caza del cuco no sabe cual de sus reclamos debe de sacar al campo.
En estos casos siempre suelen contar con «un probador oficial» que suele ser una persona de confianza que se encarga de desbravar los pollos, de campearlos, y de ir seleccionando y clasificando según los resultados observados en el tanto. Aquellos reclamos que han «sacado buena nota» pasan, en poco tiempo, al dueño de la colección que ya se encarga de «cazarlos».

Foto: tibi
También está aquel otro que es sólo «aficionado tirador», sólo va al campo a tirar y a tirar. Lo importante es presentarse después en el bar, donde se mantiene la acostumbrada tertulia, y presumir del número de perdices abatidas. En estos casos nunca tienen un reclamo bueno pues las malas artes empleadas para luego enseñar la caza, les hace estropear una y otra vez a los reclamos que pasan por sus manos.
Existe también el «estadístico», y es aquel que sólo vive para y por lo números. Su única obsesión radica en batir la marca de la temporada del reclamo del año anterior y así se descompone, se amarga y se angustia ante la posibilidad de «tirar» en la temporada menos pájaros que en la anterior. Estos estadísticos, o numéricos, jamás disfrutan de los trabajos del reclamo, ya que su objetivo, su meta… es superar los números… de perdices abatidas por años.
Otro caso parecido es aquel que no conoce a sus reclamos pues todos le parecen iguales, todos cantan igual, todos… son idénticos. Para solucionar este problema se ayuda de distintos tipos de cartelitos, o señales en las jaulas de sus moradores, para saber distinguirlos. Si se les llega a cambiar de casilleros ya no sabe qué reclamo es, cuando todos los reclamos son distintos, no existen dos reclamos iguales ni en cantos, ni en su aspecto… ni en su forma de cazar… no se da, como en la personas, los casos de ser mellizos o gemelos y aún en estos casos siempre existen diferencias sustanciales.

Foto: rafarafa
No se nos puede olvidar tampoco el «aficionado comodón». Como su nombre bien lo indica ya nos hacemos una idea muy aproximada de las «cualidades» que lo adornan. Por ello, eso de cambiarles la tierra durante el pelecho con frecuencia, de mimarlos, de atenderlos como se merecen… qué va… qué va… con la tierra primera, cuando los colocan en los terreros, van más que listos. En este grupo también nos encontramos con aquellos que pelechan a sus reclamos en jaulas creyendo que en ella realizan sus campeones una mejor muda, eso de doblar el lomo, acarrear tierra… y todo lo que ello conlleva es demasiado para ellos… aunque no quieran reconocerlo.
Dentro de esta escala también existe «el aficionado motero» denominado así por no aguantar en los puestos más de media hora. Cuando comprueban que no existe respuesta del campo, desmontan el «kiosco»… salen a la carrera y, como si fueran subidos en una moto de gran cilindrada, salen a escape buscando una nueva ubicación… y así todo el día… con pájaros «parriba»… pájaros «pabajo»… todo un numerito.
Está también aquel otro que sale al campo con tres reclamos por puesto y así, «bien cargaico» con pájaros a la espalda, lo vemos más que pertrechado. Suele darle a cada pájaro, en el tanto, en torno a media hora y está deseoso de colgar cuanto antes al segundo y luego al tercero. Incluso vuelve a rotarlos de nuevo durante la duración del puesto por lo que los paseos por plaza, de este otro «aficionado», es lo que presenciamos, si tenemos la oportunidad de hacerlo.
Existe también aquel que pondera en demasía las cualidades de sus reclamos. Para este «aficionado» todo su jaulero se compone de fenómenos, de reclamos de bandera, e incluso los pollos, o incipientes reclamos, ya disponen de cualidades sobradas para catalogarlos como excelentes. No existe, en consecuencia, en su particular diccionario pajaritero, la expresión «media cucharilla», tampoco la de «mochuelo»… ni la de «puesto malo»… entre otras. Se vanagloria de disponer del mejor jaulero, de ser el más entendido entre todos y claro está… eso de aceptar un consejo cuquillero de otro jaulero… no entra en sus cálculos.
Dentro del grupo que estamos catalogando de «aficionados» está aquel otro que no sabe disfrutar de la presencia de la perdiz valerosa en la plaza, pues se apodera de él tal nerviosismo que en cuanto aparece, alguna veces antes de llegar al reclamo, alivia su estado disparando sin que haya existido esa pelea necesaria entre la perdiz montaraz y el reclamo. Ni que decir tiene que nunca tienen un pájaro bueno en su jaulero ya que los sistemas de caza que utilizan dejan mucho que desear.

Foto: tito mimi
En el repaso que estamos haciendo no se nos puede olvidar aquel que la envidia le hace ir tras aquella perdicilla, enviudada hace tiempo, y dejada por el cuquillero de casta para simiente del año que viene, en una zona donde la densidad perdicera es muy baja. Todo vale para tirar y apuntarse un nuevo tanto en su lista perdigonera.
En fin, «aficionados» de estos estereotipos y condiciones existen tantos como variantes queramos encontrar y analizar.

Por último existe el AFICIONADO —con mayúsculas—, el único que en realidad lo es, por merecimientos, conocimientos y por las actuaciones de aquel que sí tiene el honor de llamarse de esta forma. Este jaulero es el que se encarga personalmente de cuidar, mimar y atender sus reclamos todo el año. Los conoce a la perfección: por sus cantos, por sus formas, sabe el carácter de cada uno de ellos, sus distintos estados de ánimo, etc.
Los cuidos que prodiga a sus reclamos en la época crítica del pelecho son los mejores que se pueden ofrecer. De ahí que es muy raro que presencie la muerte de alguno de ellos ya que su atención permanente, su vigilancia diaria y sus esmerados cuidados propician que el estado de salud de sus pájaros sea siempre el óptimo. Disfruta viéndolos brillantes, gordos, saludables, alegres… y si alguno enferma… su preocupación llega al desvelo.
Sus cambios frecuentes de tierra, el aporte de una alimentación correcta y equilibrada será la nota predominante de sus actuaciones durante la fase de la muda. Además sabrá encelarlos de forma gradual, en su momento. Por ello, la muda se produce siempre en fechas adecuadas, ya que ha existido una racionalidad en la forma de atenderlos y por lo tanto nunca existe un desfase en el tiempo.
Aunque conoce los recorridos de la perdiz, sus costumbres, lugares donde situar estratégicamente los puestos… nunca se aprovecha de estos conocimientos para ir al campo a por carne. De hecho suele colocar a sus reclamos en lugares donde tengan trabajar para acercar a la perdiz bravía, pues eso de darle ventaja a su campeón… nada de nada. Es como si le dijera a su reclamo: «si quieres perdices, haz de saberlas trabajar para que vengan».
En este sentido el AFICIONADO es algo romántico, disfruta de toda la belleza que encierra el campo, disfruta de la pelea del campero cuando irrumpe en plaza en actitud guerrera y desafiante, disfruta del trabajo de calidad de su reclamo en el tanto. No va al campo a por «cantidad», sino a buscar esa «calidad» que sólo aquellos que disponen este título pueden apreciar, sentir y vivir.
Para el verdadero AFICIONADO es suficiente tirar una collera valiente que se ha venido de vuelo ante el trabajo exquisito de aquel que domina desde su atalaya. Este tipo de lance le llena tanto, que le es más que suficiente para recordar todos los detalles que se dieron en aquel puesto y si durante esa temporada no le ha vuelto a tirar más a su campeón… pues qué más da… él ya tiene «gasolina cuquillera» más que suficiente para el resto de la temporada.

Foto: mipollo
El AFICIONADO disfruta durante todo el año contemplando sus reclamos, recordando de cada uno sus mejores trabajos en el pulpitillo, deseoso de volver a oír la voz guerrera del campo anunciando la fiesta del auténtico cuquillero. Son muchas las horas al año las que dedica a esta fase contemplativa, en ellas se queda embelesado, y se traslada mentalmente al lugar donde se desarrollaron los lances de mayor importancia.
No suele presumir ni vanagloriarse de las hazañas de sus reclamos, peca de modesto, de hecho suele estar en permanente escucha en aquellas tertulias donde, los cuquilleros más dicharacheros, dan rienda suelta a su imaginación y a sus exageraciones. Ahora bien, cuando el AFICIONADO interviene en la conversación se nota que habla con propiedad, sin presumir, pero se nota también su sabiduría, su ARTE, su MAESTRIA, pocas palabras son necesarias para corregir, o indicar, a aquél que se sale de las normas básicas, el verdadero camino a seguir.
Suele dejar en la temporada más de una campera sin tirar, bien por el trabajo defectuoso y por lo tanto no completo de su reclamo, o bien por la presencia de aquellas camperas que desprovistas de celo acuden de curioseo al tanto ante las llamadas insinuantes del director de orquesta.
Va siempre al puesto sin prisas, si mirar el reloj, y por supuesto con un pájaro por puesto. Le gusta, le encanta, le apasiona estar embutido en un puesto de monte… con esa mezcla de olores que emanan de un puesto de estas características. Ni qué decir tiene que su construcción es sólo obra suya, es un verdadero experto en estos menesteres. Una vez que se introduce en el puesto no tiene prisa por salir, sabe darle las sentadas, o «culadas» necesarias, a cada pájaro para progresivamente ir asentándolo y haciéndolo reclamo, año tras año, temporada cuquillera tras temporada.
Tiene la gran debilidad de hacer reclamos, de cazar con incipientes y prometedores cantores a los que detecta cualidades que hay que desarrollar. En ocasiones prefiere colgarse la jaula de la sorpresa, de la duda, de la futura promesa, de lo incierto de la respuesta… antes que el veterano reclamo consagrado… que sabe de sus magistrales repertorios y trabajos en el tanto… no lo puede remediar.

ALIMENTACION DE LOS RECLAMOS.

Alimentación de los reclamos
Dejando a un lado la apasionante vida de nuestra perdiz roja me gustaría ofrecer unos consejos sobre la forma de cazar de los reclamos, sin el ánimo de sentar cátedra, sino con la intención de compartir parte de mi experiencia.

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No me gustaría pasar por alto el tema de la preparación de los reclamos y la alimentación de nuestros aliados durante el periodo de caza, partiendo siempre de la base de que hay opiniones para todos los gustos, las cuales, por supuesto, me merecen el mayor respeto.
Además de piensos de alta energía, que los hay bastante buenos, yo alterno éstos con un revuelto de semillas
Conozco a muchos aficionados que creen que es mejor que coman todo el año la misma alimentación. En mi opinión, efectivamente, creo que una persona sobreviviría si todos los días comiera lentejas y pienso que sus instintos no cambiarían; pero, ¿es lo normal? ¡Yo creo que no! La misma especie en su hábitat natural varía la alimentación en función de la época: cuando hay semillas en los meses calurosos las complementan con agua, o cuando hay brotes tiernos centran su alimentación en éstos y dejan de ir a los bebederos. Igualmente toman bellotas, aceitunas y un sinfín de alimentos variados según su hábitat.
Particularmente, diferencio tres etapas. Una de ellas es el celo, pues considero que dos meses antes (noviembre y diciembre) y durante el propio celo (enero, febrero y marzo) hay que reforzar la alimentación. Además de piensos de alta energía, que los hay bastante buenos, yo alterno éstos con un revuelto de semillas, y refuerzo puntualmente, y sin abusar, con cañamones, almendras partidas, etcétera.
Otra cosa que merece mención aparte es el tema del agua, ya que es fundamental eliminar el agua en estos meses porque así obligamos a nuestros reclamos a tomar verde. En mi área (Almería, Granada y Jaén) normalmente se les alimenta con amapolas tiernas, pero según la zona se les suele alimentar con otros vegetales. Es de vital importancia porque les hace entrar con más facilidad en celo, y se les nota en el pico y en los ojos que evidencian, con su color rojo intenso, el buen estado de salud de los mismos.
La muda es la segunda época en la que hay que estar también muy encima de nuestros reclamos. La alimentación, en mi caso, la refuerzo con un poco de choque vitamínico en el agua, para que le sirva de ayuda. Por lo demás, un pienso de mantenimiento o trigo. Respecto al lugar de la muda, hay que decir que debe ser lo más higiénico posible, y hay que cambiar la tierra cada semana, y si le da algo de sol, mejor.
Por último, durante el resto de los meses, con agua y trigo o un pienso de mantenimiento es suficiente. Hay pájaros, sobre todo si son de campo, a los que no le hace mucha gracia el pienso; a éstos yo les suelo poner trigo y suele ir bien.
Forma de cazar los reclamos. En primer lugar, diferencio los tres meses que se pueden cazar, es decir enero, febrero, y marzo. Particularmente, utilizo los reclamos con experiencia, de cuatro o más celos, para el mes de enero.
¿Cuántos reclamos no echamos a perder por sacarlos en días con mal tiempo y por no oír campo van perdiendo el afán de llamar?
La razón es que suelen —no tiene que ser la norma porque cada pájaro es un mundo— encelarse antes, y eso, unido a que en el campo no suele haber verdadero celo —aunque se cace en la zona baja—, desde mi punto de vista es lo más aconsejable. En la medida que va entrando febrero  —y siempre dependiendo de cada animal, que insisto que cada uno es un mundo, pues incluso de un año a otro puede variar su época de máximo celo según los cuidados que se le dispensen de alimentación y sol— se le debe ir dando la alternativa a los pájaros de dos y tres celos que ya tienen algo de experiencia, sin ser aún veteranos. Se encuentran ya que la perdiz en el campo está hecha pares, con lo que se evita que entre a bandos con varias perdices, lo cual tendría malas consecuencias para el inexperto.

El vivir en jaulas no es óbice para que nuestros pájaros no disfruten de la suculenta alimentación que depara la naturaleza a los salvajes.
Finalmente, marzo es el mes de los pollos, el mes de cazar en camisa que, como dice mi suegro, un gran aficionado y mi mejor maestro, es como hay que ir al puesto: en camisa, y razón no le falta, porque, ¿cuántos reclamos no echamos a perder por sacarlos en días con mal tiempo y por no oír campo van perdiendo el afán de llamar a sus congéneres? Pero de esto no tenemos la culpa del todo, sino la sociedad que nos marca los días de descanso y no tiene por qué hacer buen tiempo los sábados y los domingos.
Volviendo a las enseñanzas de Rosendo Castaño, mi suegro, me cuenta que antiguamente ponían un cubo en la puerta del cortijo y de madrugada se levantaban para cazar si no había hielo  —quería decir si esa noche no había helado y, por lo tanto, las perdices cantarían esa mañana—. Por el contrario, cuando había hielo en el cubo, no se cazaba y el puesto se cambiaba por la vuelta a la cama y ¡mañana será otro día! Claro en aquellos años no había ni tan siquiera períodos de veda, ni cotos. Es decir, cazaban cuando querían y donde querían, y era otra forma de disfrutar de esta afición.

La potencia y el vigor de un animal de campo puede darse exactamente igual en un reclamo si éste recibe la alimentación adecuada.
Sin extenderme, porque ni es el sitio ni quiero yo dármelas de maestro, una cosa muy importante que aconsejo siempre que se vaya a cazar con reclamo es hacer unas marcas junto al tanto, con unos montones de piedrecillas del lugar, para determinar aquellas zonas en las que el reclamo vería a la posible o posibles perdices que entrarán en plaza una vez abatidas. Lo recalco porque una cosa es la perspectiva del pájaro desde el tanto y otra es la que obtiene el cazador desde dentro del puesto. El motivo de mi insistencia es que, como a casi todos, me ha pasado que al pollo con el que más encaprichado estás, ¡no sé por qué!, siempre le toca la peor faena: cuando no es la perdiz que dejas aleteando, es la que cuando al dispararle el tiro la desplaza detrás de la atocha que impide la visión a nuestro reclamo. Las consecuencias para el aprendiz son nefastas; es decir, se corta el recibo y si es de campero igual resulta que el primer tiro puede ser el último, ya que son muchos los que adquieren este resabio y no lo olvidan jamás. Esto dependerá, como vengo repitiendo, de cada reclamo: cada uno encaja las cosas a su manera.
Me queda recordar a mis compañeros de afición que es al cerrarse la veda cuando se ve a los verdaderos amantes de esta caza, pues es cuando nuestro cuidado se hace más necesario e ingrato, ya que faltan ocho meses para la vuelta. No debemos relegar a los reclamos al retiro y al olvido hasta el próximo celo: difícilmente podrá disfrutar la próxima temporada si no se deleita con su cuidado y admiración durante los doce meses del año.

CONFECIONA UN TERRERO.

Cómo confeccionar un terrero
Algunas veces es complicado dar el mejor bienestar a nuestros pájaros porque nos falta espacio. En estas líneas aprenderemos cómo hacer un terrero adaptado a un piso que proporcione confort a los reclamos y nos facilite mantener su higiene y limpieza.
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Llegado el tiempo de pelecha de nuestros pájaros, donde mejor se encuentran, sin duda alguna, es en sus correspondientes terreros. La situación particular de cada uno de nosotros hace que tengamos que adaptarnos y adaptar éstos al lugar donde vivimos habitualmente. Por ello, cada jaulero intenta conseguir que nuestros compañeros de fatiga, nuestros queridos reclamos, se sientan lo mejor posible y, a la vez, que tengan un perfecto pelecho, pues en ello va su salud y con ella su posterior trabajo en el tanto.
Hay que evitar el posible olor de sus excrementos, así como ensuciar lo mínimo con la tierra y el polvo
Mi situación, en concreto, al vivir en piso, como posiblemente le pasará a más de un aficionado, hace que tenga que adaptar mis terreros al espacio disponible, y cómo no, evitar en lo posible el olor de sus excrementos, así como el ensuciar lo imprescindible con la tierra y el polvo.
Por todo lo anterior, recomiendo construir los terreros con las medidas que a continuación detallaré, necesarias para facilitar su limpieza, y dentro de ellas, poder ofrecer la máxima comodidad a mis pájaros.

Cajón para recoger los excrementos y para la tierra. Se separa del pájaro mediante una tela metálica electrosoldada que se retira cuando ponemos tierra al reclamo.
El conjunto al que me referiré está compuesto de un módulo con tres compartimentos iguales, y sus medidas, en este caso, son 25 centímetros de ancho, 30 centímetros de fondo y 35 centímetros de alto. Para el frontal he utilizado un marco de 27 centímetros de alto y 25 centímetros de ancho, con perfiles de 1,5x2 centímetros, siendo la separación entre barrotes de 4,5 centímetros, que son redondos, de madera, de 1 centímetro de diámetro. La puerta es de 9,5x13,5 centímetros y se sujeta a la caja mediante tornillos pasantes embutidos.

En los comederos en su parte superior se ha colocado una tela metálica para evitar que los pájaros urbanitas accedan a la comida, evitando así la transmisión de enfermedades.
La separación del pájaro con el cajón se realiza mediante una base de tela metálica electrosoldada, la cual impide que esté en contacto directo con los excrementos, a la vez que facilita el que cuando le ponemos tierra únicamente hay que quitarla para que el pájaro acceda directamente a ella; para retirar el cajón de la tierra, lo haremos a la inversa.

Contra el ‘curioseo’ es conveniente instalar una placa de madera para impedir que los reclamos puedan molestar a su congénere vecino de terrero.
Para evitar el sobrante de tierra, procedente de revolcarse, quede en la base, con lo que costaría trabajo deslizar el cajón, se le ha dejado libre y así únicamente tiene correderas para entrar y salir, con lo que evitamos la acumulación de la citada tierra, a la vez que facilitamos el trabajo de quitarla, consiguiéndose por este sistema la limpieza eficaz del compartimiento. Si quitamos el cajón y la malla metálica, ya quedaría libre por la parte inferior.

Corredera para cajonera. Se han utilizado listones de 2x1 centímetros en ambos laterales, 3x1 cm los dos interiores y para separar los compartimentos otro de 3x1 centímetros.
Para la corredera se utilizan listones de 2x1 centímetros los dos laterales, 3x1 centímetros los dos interiores y para mantener la separación de los compartimentos, un listón de 3x1 centímetros. El cajón para la tierra tiene unas medidas de 25x30x6 centímetros.
Los comederos van cogidos a la puesta mediante alcayatas, sus dimensiones son 9x6,5 centímetros y en la parte superior se le ha colocado una tela metálica electrosoldada de 0,5 centímetros de grosor. De esta manera, evitamos que pueda comer los gorriones —u otro tipo de pájaros que habitan las ciudades— y, al tiempo, evitamos una posible transmisión de enfermedades a nuestros reclamos.

Detalle del hueco dejado para colocar uno de los tres terreros que lleva el conjunto, con indicación de las medidas: 30 centímetros de fondo por 35 de alto por 25 de ancho.
Para el acople de los bebederos, al ser la separación de los barrones de 4 centímetros y no poder adaptar el bebedero, se le ha reducido mediante un artilugio construido con alambre. Para evitar que el pájaro lo pueda tirar al suelo al golpearlo, se le ha puesto una madera simulando la continuación del bebedero. En la parte superior de dicha madera se ha montado una base y a ésta se le ha acoplado una lija gruesa para conseguir que puedan afilarse el pico, ya que no se le ha puesto piedra para evitar las molestias que le originaría en el interior, debido al reducido espacio. Para su transporte se le ha abierto en el lateral una hendidura acanalada para que entren los dedos de la mano y así poder moverlos con facilidad.

Puerta del terrero, en la que podemos apreciar la lija para que se afilen el pico, un adaptador para sujetar el bebedero y una puerta más pequeña móvil donde acoplar el comedero.
Para facilitar la limpieza general una vez terminada la pelecha, el armazón está anclado con tornillos embutidos en lugar de encolado, con lo que se desmonta fácilmente consiguiendo solventar que los piojuelos puedan alojados en las uniones del armazón.

CRIA DE POLLOS EN CAUTIVIDAD.

Tiempos de cría en cautividad
Como es sabido, existen muchos cuquilleros, entre los que me encuentro, que suelen nutrir sus jauleros con reclamos criados directamente por nosotros mismos, siendo esto una continuidad de la actividad permanente con la que vivimos nuestra afición.
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Para criar nuestros propios pollitos de perdiz empezamos aproximadamente en el mes de diciembre o enero a juntar las colleras que vamos a utilizar para la cría, con el fin de que, cuando llegue la época de poner los huevos, tengan tiempo más que suficiente para ir emparejándose y aceptarse como collera o pareja. Cosa que no siempre se consigue, sucediendo en ocasiones que el macho no acepta o toma a la hembra y termina por matarla; en otras, el macho toma a la hembra y sin embargo no la pisa; y pasa también a la inversa, cuando es la hembra la que no se deja pisar, rehuyendo al macho permanentemente, con lo que los huevos que salgan del fruto de estas parejas anteriores no serán fértiles.
Podemos retirar los pollitos para criarlos con calor y luz artificial
Otro ámbito relativo al éxito de la cría, e importante en ésta, es el lugar que se seleccione como hábitat para nuestras colleras, siendo los espacios reducidos poco recomendables: cuanto más amplios mejor, y si en ellos se permitiera tener algún arbusto, como, por ejemplo, romero, tomillo… mejor que mejor. A tener en cuenta también la importancia de tener protegida, de sol y lluvia, la zona elegida para el agua y la comida, algo solucionable con la posibilidad de poner un pequeño techo en una parte del recinto, para que las perdices se puedan resguardar del mal tiempo y, a su vez, aprovechar esta zona para preparar su nido, proporcionándoles un lugar recogido y oculto con algo de broza, hierba seca, paja, esparto… y ya tan sólo nos quedará esperar a que pongan. ¡Ah!, otra cosa: desde que la perdiz empiece a poner huevos, no es recomendable hurgar en el nido, ni tocar los huevos, pues suelen abandonarlo y no empiezan a poner hasta pasado un tiempo y eligiendo otro lugar para la puesta.

Pollo criado en libertad. © V. Guisande.
Suele ocurrir, cuando las hembras no son criadas por su propia madre, sino que son sacadas con incubadoras, que carezcan de instintos maternales, por lo que los huevos los suelen poner fuera del nido y en distinto lugar, llegando incluso a no empollarlos. En estos casos, lo que debemos hacer es ir retirando los huevos y sacarlos con gallinas o con incubadoras (no dejándolos sin incubar más de 20 días, aproximadamente).
Si observamos que la puesta se está realizando en el nido y, aun así, no tenemos la confianza de que la hembra empolle a los huevos, no debemos de precipitarnos en la retirada de los mismos, ya que en ocasiones son los machos los que empollan a los huevos, haciéndolo de igual forma que las hembras y dando los mismos buenos resultados.

Hay que criar en cautividad a los pollos en una condiciones que se asemejen lo más posible a las que tendrían en libertad, lo que nos supone un proceso largo y complicado, pero, al mismo tiempo, gratificante, pues nos permite estar inmersos en lo que nos gusta: el reclamo.
Dependiendo del sistema de incubación, el método a proceder debe ser diferente: si los huevos han sido incubados por la propia perdiz, podemos dejar que críe a su propia prole o retirar los pollitos recién nacidos para criarlos con calor y luz artificial, siendo aconsejable el primer caso, siempre que el lugar de nacimiento reúna las condiciones higiénicas y de espacio suficientes como para que no se transmitan enfermedades provocadas por el hacinamiento. De igual forma se puede proceder cuando los huevos son sacados con gallinas; el mayor inconveniente es que las gallinas son muy propensas a tener y transmitir enfermedades, provocando una elevada mortandad de pollitos, llegando en ocasiones a perecer la totalidad de la pollada. Es aconsejable, por tanto, que una vez eclosionados los huevos incubados por la gallina, se les retire y sean criados con calor y luz artificial.
Si la opción elegida es la de criarlos con luz y calor artificial, debemos tener controlada siempre la temperatura, evitando cambios bruscos y no dejándoles mucho tiempo sin luz. Con este sistema se suele tener más éxito en la cría, ya que se suele controlar mejor la higiene del lugar y solemos aportarles alguna hora extra de luz que la que por naturaleza tiene el día, consiguiendo con esto mayor rapidez en el desarrollo de los perdigones al disponer de más horas de luz para alimentarse, siendo este el sistema más usado para la cría de pollitos que son sacados con incubadoras.
Una vez conseguido el nacimiento de los pollitos, tarea fácil, viene lo más complicado, que es el criar a los futuros reclamos con éxito y evitar tener el menor número de bajas. Para tal fin les suministraremos la alimentación adecuada y específica para pollitos recién nacidos, que les dará la energía necesaria para un desarrollo equilibrado.
Desde que los pollitos nacen hasta llegar a la edad de adultos, pasan por una serie de etapas o fases en las que son muy vulnerables y en las que debemos prestarles mucha atención, no debiendo bajar la guardia en ningún momento para así evitar en lo posible la pérdida de alguno de ellos. Fases que las resumiría por época evolutiva en una primera etapa, relacionada con los primeros días de su nacimiento, donde debemos vigilar que siempre tengan el agua bien limpia —cambiándosela si es posible un par de veces al día—, que no les falte comida, que la temperatura sea la adecuada y donde, de vez en cuando, les añadiremos a la comida o al agua algún componente vitamínico, sin abusar de esto último.

Cuando criemos a los perdigones en cautividad debemos tener mucho cuidado con el control de la temperatura, pues los cambios bruscos les afectan negativamente. © Francisco Ramírez.
Una segunda fase, complicada, es cuando cambian por primera vez las plumas, siendo el método a seguir igual que el anterior: control de temperatura y alimentación. Por último, dentro de los momentos delicados en los que suele haber bastantes bajas, es cuando llegan a ser igualones, cuando ya están formados completamente; en esta fase suelen afectarle mucho las diarreas (blanquilla) y son propensos a contagiarse con parásitos internos, teniendo que tratarlos regularmente. Para minimizarlo evitaremos tenerlos en lugares húmedos, ya que, por esas fechas, (agosto y septiembre) suele llover con frecuencia y por tenerlos al aire libre se humedece mucho la tierra donde los solemos tener, creando un barrizal que mezclado con sus propias heces, provoca estos brotes de diarreas, así como favorece la cría de larvas de lombrices... Es aconsejable ir separándolos y ponerlos en terreros individuales hasta que llegue el momento de su enjaule. A partir de aquí, ya iremos preparándolos para reclamos, si conseguimos que nos salga alguno con la nobleza y carácter que todo cuquillero desea.

JONATHAN MARTINEZ.

La Roda de Andalucía acogerá el próximo 16 de febrero el provincial de Perdiz con Reclamo de Sevilla

La Roda de Andalucía acogerá el próximo 16 de febrero el provincial de Perdiz con Reclamo de Sevilla

La Roda de Andalucía (Sevilla) acogerá el próximo 16 de febrero el Campeonato Provincial de Sevilla de Perdiz con Reclamo Macho en los acotados de la Sociedad Deportiva de Caza Rodense en una prueba que nombrará al campeón sevillano de esta modalidad y que elegirá a los representantes de la provincia que acudan al Campeonato de Andalucía.
Según informa la Delegación Provincial de la Federación Andaluza de Caza en Sevilla, el plazo de inscripción para participar en esta competición se encuentra abierto pudiendo formalizarse las inscripciones en la propia delegación a través del teléfono: 954981115 ó del correo electrónico: sevilla@fac.es; siendo la persona de contacto Manuel Luna Navarro: 618807093.

El lugar desde donde partirá la prueba será la propia sede de la Sociedad Deportiva de Caza Rodense donde a las 07:30 horas comenzará la recepción de participantes y el sorteo del orden de actuación en la prueba. A las 08:00 horas se visitará el cazadero donde tendrá lugar la prueba, que comenzará a las 09:00 horas.

Desde la FAC y desde su Delegación Provincial en Sevilla se agradece públicamente tanto al Ayuntamiento de La Roda de Andalucía como a la sociedad de cazadores local, así como a las empresas que colaboran, su apoyo para la celebración de una de las pruebas que cuentan con más aficionados en Andalucía. 

martes, 29 de enero de 2013

la caza con reclamo: una buena herramienta de gestion.

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En primer lugar, sería importante que los vecinos, con los que compartimos linderos, sean partícipes y colaboradores de nuestras claras intenciones de mantener y, si cabe, de incrementar el censo poblacional de la perdiz salvaje que habita en aquella zona.
Este aspecto es importante resaltarlo, pues en el caso de que exista un exceso de depredadores en la zona, y existan zonas limítrofes sin control alguno que permitan el refugio y el albergue de muchos de ellos, trasladándose a la zona que mimamos y atendemos diariamente, en la cual encuentran su sustento diario, sería un aspecto negativo que influiría en la buena gestión que pretendemos realizar en nuestro acotado.
El control, con autorización administrativa y utilizando medios legales, que debemos ejercer sobre los depredadores existentes en la zona es de gran importancia. si queremos mantener una población cinegética aceptable.
Además del balance periódico que hacemos sobre la incidencia que produce la factura de la depredación, existen otras actuaciones dignas de mencionar que debemos tener también en cuenta.
La siembra anual de cereales que realizamos en distintos puntos, que han de servir de alimento, es también de gran importancia. De igual manera. la existencia de distintos puntos de agua, repartidos en zonas estratégicas del terreno, para saciar la acuciante sed que irremediablemente se produce en los meses estivales. será otra actuación determinante, que tendrá que ir anotada en nuestra programación anual de gestión.
Es conveniente la renovación del agua, de forma periódica, en aquellos lugares donde el suministro lo hayamos realizado de forma artificial. Debemos evitar, por todos los medios, que la infección del agua sea el vehículo transmisor de enfermedades a la población perdicera.
La presencia de eriales y rastrojeras en el coto permitirán la existencia de alimentos insectívoros, que serán parte del sustento vital en las primeras semanas de vida de los bandos de perdices, que acudirán acompañados de los progenitores para deleitarse con pequeños saltamontes, y demás invertebrados, ricos en proteínas, tan necesarios en su desarrollo corporal.
De igual manera, es importante que existan linderos, zonas de ocultación y arbustivas que sirvan como posibles lugares donde la perdiz pueda ubicar su nido y valga, así mismo, de ocultación refugio a los bandillos recién nacidos, sobre todo ante la depredación que realizan diariamente sus enemigos aéreos y terrestres.
Ciertamente, una buena gestión de un acotado nos reporta la enorme satisfacción de comprobar cómo la población cinegética, no sólo se mantiene, sino aumenta, dentro de unos límites razonables.
Pero existe un hecho significativo sobre la población perdicera de la zona, que suele darse con frecuencia. A pesar de todos nuestros desvelos y atenciones diarias comprobamos, cómo en algunos lugares donde sólo se practica la caza mayor, la densidad de la perdiz va decayendo, de forma alarmante. con el paso de los años.
Se da la circunstancia en algunos terrenos, donde sólo se aprovecha la caza mayor, cómo existe una progresiva reducción en la población de la perdiz. Habría que buscar las causas de esa disminución de la densidad perdicera, empezando por resaltar el envejecimiento de la perdiz que allí habita y, por lo tanto, el escaso éxito reproductivo que tienen debido a la edad.
Efectivamente, una de las causas que llevan al descenso generalizado de perdiz en algunos cotos, es debido a las parejas infértiles que viven en ellos. Es conocido el comportamiento reproductivo de las hembras, con cierta edad, cuyas puestas decaen de forma alarmante. Es frecuente ver, en la época donde suelen verse bandos muy nutridos, a colleras solitarias que vagan por su territorio sin haber obtenido éxito alguno en su fase de reproducción.
También suelen verse bandillos con muy pocos miembros. que acompañan a sus progenitores. Las causas de estos mermados bandos habría que buscarla en el continuo ataque de los depredadores de la zona, al abandono del primer nido y la realización de una segunda postura con un menor número de huevos, a la climatología adversa que se ceba con los pollitos en los primeros días de su vida…
Pero también los motivos en este descenso generalizado, en el número de ejemplares que forman un bando, habría que buscarlos en el acoso que sufren las parejas más jóvenes por parte de los machos más viejos, autoritarios, y con un mayor poder ofensivo, que no dan reposo a las parejas colindantes de su querencia.
Me refiero a colleras con muchos años, que ni crían… ni dejan criar. Suelen imponer su dominio, no dejando que la mayoría de las nidadas de las perdices más jóvenes obtengan éxito.
En algunos casos provocan el abandono de la puesta, que casi tenían finalizada, parabuscarse un lugar algo más alejado de sus «viejos y camorristas vecinos». En estos casos, una segunda puesta, más reducida en el número de huevos, es la consecuencia directa que trae consigo el abandono forzoso del lugar.
En algunos acotados, conocedores de este hecho. realizan los que se denomina un clareo de machos viejos y de parejas estériles, que sólo acarrean un descenso progresivo de la densidad perdicera de la zona.
En este sistema la modalidad que se practica es la caza con reclamo, pues viene a ser una caza selectiva. Los machos viejos y dominadores de la zona son los primeros en acudir al reclamo, ya que acostumbrados a dominar a los de menor edad creen hacer lo propio con aquellos que, por sus cantos desconocidos, escuchan en su querencia.
En acotados con perdiz vieja, es muy extraña la entrada en plaza de algunos de los pocos pollos existentes en la zona, ya que en muchos casos les impiden hasta enviar respuestas sonoras a nuestro reclamo, dado el acoso al que son sometidos diariamente.
Es curioso comprobar cómo utilizando esta caza selectiva para eliminar algunos de los más viejos del lugar. y con el paso de varias temporadas, se incrementa la presencia de bandos más nutridos que llevan al aumento de la densidad perdicera de la zona.
A partir de este momento es importante llevar a cabo, todos los años, una caza sostenible que permita mantener el estado poblacional con un balance positivo. Para ello dejaremos zonas de reserva, e incluso otras zonas sin cazar sin comprobamos que el número de colleras es el justo para conseguir los objetivos cinegéticos que nos hemos programado.