martes, 26 de marzo de 2013

EL DECLIVE DE LA PERDIZ ROJA (III)


El declive de la perdiz roja (II)Intento con este trabajo de tres artículos dar una visión superficial a los cazadores de lo que ha pasado a la perdiz roja en estos años, haciendo referencia a estudios y a datos manejados, sencillamente expuestos por un cazador para cazadores.


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Llevo muchos años interesado por la perdiz y quiero transmitir lo que he aprendido. Los datos que doy sirven de base también, a quienes tengan otros horizontes y deseen conocer más a fondo estas cuestiones, para poder profundizar en los estudios a los que hago referencia y vienen citados en la bibliografía; la mayoría son trabajos de FEDENCA que están desarrollados en la bibliografía de especies que pueden analizarse, incluso manejar en la página Web WWW.FECAZA.COM en la pestaña de FEDENCA, especies, perdiz roja y también en otras Web de las Federaciones Autonómicas.
3.-REPOBLACIONES INCONTROLADAS CON PERDICES DE GRANJA
4.-ESCASA RENTABILIDAD ECONÓMICA DE LA GESTIÓN
La enorme demanda de perdices por los cazadores propició la “perdiz de granja”, que fue uno de los peores episodios de la historia de la perdiz roja en España por el mal producto que han vendido algunas y hemos comprado los cazadores. No todas son igual. El manejo de esos recursos hizo que el negocio perdicero fuera uno de los más rentables del país. Es lo que se llama una granjería. Es menos rentable gestionar perdices silvestres que manejar las de granja. La falta de pureza ha venido como consecuencia de las repoblaciones con perdices híbridas.
¿Por qué las granjas han buscado híbridos roja x Chukar (anteriormente con griega) en vez de criar puras Alectoris rufa? Pues por un asunto económico y de rendimiento industrial. Las hembras de Alectoris rufa no aceptan convivir con competencia y se disputan un macho para cada una de ellas. Las Chukar son más mansas y domesticables, aceptan un macho para 4 a 6 de ellas, con lo cual, en lugar de tener que alimentar al 50 % de los progenitores de una granja, que serían los  machos, sólo hay que alimentar al 20% de ellos. Además, la puesta de las Chukar en granja (en campo no) es casi el doble que la de las rojas (unos 40 huevos/año) y el peso es superior en unos 150 gramos en las Chukar, por lo cual, la producción de perdices de granja y el peso de la carne será muy superior y el negocio mucho más rentable.
El asunto no es baladí. En España se capturan ahora dos millones de perdices silvestres, que sigue dando el campo en un año digno y tres y medio de perdices de granja (el 60 % de las supervivientes) de seis millones que estimamos se vierten en España, aportadas entre las granjas nacionales y la extranjeras. Esos seis millones de perdices de granja representan unos ingresos de unos 40 a 50 millones de euros para esos núcleos zoológicos de cría de aves de corral.
La caza de los tres millones y medio de perdices de granja ─que son las que sobreviven (60%) de los seis millones de granja que estimamos se vierten en España─, suponen unos 100 millones de euros para los gestores de cotos. Una perdiz de granja cuesta cazarla en coto una media de 30 euros y cazar una perdiz silvestre en los cotos donde no se refuerza ni se repuebla, nos cuesta a los socios alrededor de 200 euros. En dinero no hay competencia entre lo que vale cazar una perdiz silvestre que cría el camp, con el coste de una de granja.
La contaminación genética del campo.- El estudio “Mapa de pureza genética y sanitaria de la perdiz roja en España” realizado por la RFEC- FEDENCA en la temporada anterior completó cinco provincias que dieron los siguientes Índices de Hibridación: 0,92% en Álava; 0,83% en Burgos; 1,19% en León; 1,18% en Murcia y 0,19% en Valladolid. Esta hibridación está considerada por los expertos del Consorcio entre muy baja y baja para las cinco provincias.
Se están analizando estos días las muestras genéticas que corresponden a las 6 provincias también finalizadas de Cádiz, Huelva, Zamora, Albacete, Toledo y Madrid. Quedan pendientes Alicante, Lérida y Lugo. Total 14 provincias. De  estas catorce provincias han finalizado once una vez hemos analizado ciento cincuenta muestras genéticas y unas cincuenta sanitarias.
Las perdices de granja se mueren en el campo y apenas se cruzan algunas con las silvestres. Gracias a esto, las perdices silvestres tienen bastante menos hibridación con Chukar que las de algunas granjas. No obstante, en los cotos limítrofes con los intensivos la contaminación genética es mucho más grande, pues se cazan perdices silvestres envueltas con las granjeras que se hayan salido de los intensivos. Los culpables en el origen hemos sido los cazadores, que no hemos pedido nunca certificaciones de calidad genética y sanitaria de las perdices que pagábamos.
En este sentido quiero manifestar que por diferencias genéticas no se mueren las perdices, pero sí que sabéis que las perdices de granja resisten peor la sequía porque tienen el intestino más corto y, además, tienen el corazón y páncreas más pequeño por lo cual las resulta muy costoso dar el tercer vuelo impetuoso de las silvestres. Están medicadas y sanitariamente protegidas, pero portan parásitos y virus que trasmiten a las silvestres, que no están blindadas para esos agentes patógenos con los que nunca han tenido contacto. Parasitosis de grupo lo denominan los expertos.
Hay seis comunidades con perdices, en algún caso de las más productivas  de España en manejo y número de capturas, con granjas que distribuyen cientos de miles de perdices y que ni cumplen la Ley, ni parece que les importe la genética, la sanidad, ni lo que pase a “la reina de la caza menor”. Me refiero a Extremadura, Aragón, La Rioja, Navarra y Baleares, que no han participado en los estudios de genética de FEDENCA como las otras diez comunidades que lo han hecho. Valencia tampoco, pues el estudio del Mapa genético-sanitario de la provincia de Alicante se ha realizado por impulso del Ayuntamiento de Pilar de la Horadada, no por iniciativa de la consejería valenciana.
La Orden del 15 de julio de 1975 (ICONA) prohibiendo la suelta y repoblación con griega y Chukar, o sus híbridos con perdiz roja fue incumplida por Comunidades Autónomas. Lo mismo ocurrió con la Ley 4/89 de la Flora y Fauna Silvestre y ahora también ocurre con la Ley en vigor 42/2007 de 13 de diciembre, de P.N. y Biodiversidad (Art. 52) que ordena lo mismo y es ignorada sistemáticamente. Lo mismo podemos decir sobre el RD 1628/2011de especies exóticas invasoras.
El MAGRAMA desarrolló en octubre 2011 una normativa, tras la reunión del Comité Técnico de Caza y Pesca al que asistió el Consorcio Perdiz Roja FEDENCA- Laboratorios de Genética ®”, y allí explicamos el proyecto y su forma aséptica y minuciosa de control de la genética que se resuelve a través de unos protocolos escritos que se controlan desde FEDENCA y han sido aceptados por todos los laboratorios (cinco españoles y uno francés) ante un notario de Coslada (Madrid).
El método de control genético de este consorcio es el exigido por Decreto Foral para el control de las perdices que se manejan en Álava. En los borradores del decreto para control de genética y manejo de perdices de varias comunidades (Andalucía, Murcia y otras) se contempla controlar la contaminación genética en granjas y en campo, también a través del método del consorcio de FEDENCA antes citado.
5.-EXCESO DE PRESIÓN CINEGÉTICA
La caza es la principal causa de mortalidad de las perdices. Según seguimientos concretos en varios cotos, que cita Antonio J. Lucio (1998) en La perdiz Roja, FEDENCA/GRUPO EDITORIAL V, la caza es causa de la baja de hasta un 70 % de la población de perdices precaza u otoñal. Esto es un hecho irrefutable, pero no es menos cierto que alguien me puede decir esto: “en mi coto no hemos tocado las perdices en x años y cada vez hay menos, o no aumentan”. Esto último es así porque la población de partida (población otoñal) es tan exigua que cualquier extracción por predación, ─que veremos en la siguiente causa de declive─ o las muertes por otras causas: semillas, enfermedades, muerte natural, etc. es superior o igual cada año a la producción de perdices nacidas de ese coto. Se consume más de lo que se produce.
El número de licencias de caza expedidas en los últimos sesenta años es el que se cita. La evolución indica que el porcentaje de cazadores que se dan de baja cada año se acerca al cinco por ciento y los jóvenes que se incorporan lo hacen en un porcentaje que anda alrededor del uno y medio por ciento. En los últimos 20 años han perdido la actividad cinegética 548.854 cazadores. Tenemos ahora en 2013 los mismos cazadores que había en 1975.
AÑO 1950 1960 1970 1980 1990 2000 2010
Nº DE LICENCIAS 195.000 298.000 662.500 1.152.700 1.443.514 1.183.071 894.660

En 1970 ya éramos más de seiscientos sesenta mil cazadores. En aquellos años los aprovechamientos estaban en más de 4.000.000 de perdices cazadas; casi todas silvestres, pues las granjas sólo producían unas doscientas mil. La perdiz roja de campo fue rematada en esa década con la llegada de la agricultura intensiva, con la mecanización de alta tecnología en el campo, con las concentraciones parcelarias, con el cereal de ciclo corto y sobre todo, con la cultura de los fitosanitarios. Ni la sociedad en general, ni los cazadores teníamos conciencia conservacionista. Las perdices empezaron a caer en picado y a desaparecer de algunos pagos. La perdiz brava, nuestra genuina patirroja, empezó a extinguirse en algunos territorios españoles: Cantabria, luego Asturias y el País Vasco, más tarde Galicia y ahora Castilla y León, Aragón y Cataluña  y el resto de los territorios de Madrid hacia el norte.
En la década de 1970 la caza comenzó a ser un bien escaso y la demanda de cotos por los cazadores foráneos hizo que subieran exponencialmente los precios de las participaciones en todos los pueblos y eso hizo que naciera una incipiente afición por cazar en personas sin antecedentes cinegéticos, pero que se compraron escopeta para así poder materializar un privilegio: cazar gratuitamente en su pueblo.
En 1980 más de un millón ciento cincuenta mil cazadores habían acotado treinta millones de hectáreas, que han llegado a los treinta y tres millones actuales configurados en treinta y tres mil cotos de caza. En esos años la caza menor animaba a meterse a cazador porque el conejo no conoció la NHV hasta 1989;  y la perdiz no daba muchos síntomas de resentimiento porque las granjas habían empezado a actuar y la oferta de unos cuatro millones de perdices, entre granjas nacionales y foráneas, estaba asegurada.
En 1990 estuvo el cénit del número de cazadores, casi millón y medio,  y a la vez empezó el declive acusado de la caza menor, que era en la que más del ochenta por ciento de los cazadores estaba enrolado. Llegó el virus hemorrágico (NHV) que hundió al conejo y la perdiz silvestre, debilitada por la agricultura intensiva, predación, repoblaciones indecentes,  y excesiva presión cinegética le siguió los pasos. Tres años de fuertes sequías que en 1992 llegaron a su peor momento y en muchas CCAA tuvimos que finalizar el periodo hábil para la perdiz en diciembre.

A partir de esos años y aunque cada vez con menos nómina de cazadores, la perdiz roja cayó en picado. La situación ha llegado este año a ser singularmente patética.  No tengo ningún dato nacional de capturas de esta temporada 2012-2013 y tampoco completos los de la anterior, pero sí las capturas declaradas de las once temporadas anteriores. Veréis que independientemente de los años, las capturas se mantienen. La crisis no se manifiesta en ese dato. El campo produce cada vez menos pero las granjas suministran las que sean necesarias.
Decía en el inicio de este trabajo en el artículo anterior, que la perdiz estaba en estado de conservación definido como DD (Datos Insuficientes). Es la única especie de caza menor cuyos datos estadísticos están en entredicho. En las publicaciones sobre Nº capturas/año de perdiz siempre comento: “Las capturas de la perdiz roja no se reflejan fielmente en las estadísticas de capturas. Ello es así porque la oferta comercial de perdices silvestres no permite informar, desde las organizadoras de cacerías y ojeos, que en ese coto las capturas reales han sido de hasta 15 perdices por Ha (sólo posible por aportación de remesas continuas de perdices de granja), ya que ese aprovechamiento es diez veces superior al natural de las mejores fincas de perdices silvestres de España. Si el titular-gestor diera a conocer esas capturas reales, el dato confrontaría con el mensaje que él oferta en los medios de comunicación donde siempre ofrece “perdices silvestres de total calidad genética”. Por este motivo no se declaran las capturas de unos dos millones de perdices de granja de los tres y medio que estimo se cazan. Conociendo más o menos la producción de las granjas españolas y la introducción de pollos de un día desde otros países, las estimaciones que hacemos de capturas están bastante adecuadas”. Los datos de captura de perdices están camuflados en los cotos intensivos y son menores de los reales.

CAPTURAS DE PERDICES EN ESPAÑA, DECLARADAS EN LAS ÚLTIMAS ONCE TEMPORADAS
Temporada 2000-01 2001-02 2002-03 2003-04 2004-05 2005-06
Capturas 3.411.581 3.416.221 3.382.297 3.695.196 3.771.796 3.502.212
Temporada 2006- 07 2007- 08 2008- 09 2009- 10 2010- 11 1980-81 (*)
Capturas 4.291.744 4.106.117 3.734.285 3.382.941 3.214.189 3.547.186
(*) Datos capturas 1980: Anuario de Estadísticas Agrarias

CUPO DE PERDICES A CAZAR CADA TEMPORADA
Como cazadores debemos mostrar nuestras virtudes y actuar con arreglo a las directrices de la Estrategia Mundial de la Conservación de la Naturaleza: La caza debe realizarse de forma que, no reduzca las posibilidades futuras de la especie que se maneja; no amenace la viabilidad y desarrollo de otras especies dependientes o relacionadas con la cazada; no ponga en peligro la estabilidad del ecosistema en el que se desenvuelve la especie cazada.
Se puede calcular el cupo anual de caza de perdices en un coto. El cupo para una comarca o coto debe responder cada año a las fórmulas habituales, alguna muy famosa como la de la ONCFS (Birkan 1977) para calcular el cupo de perdices para una caza sostenible.
CUPO DE CAPTURAS = (S x E2 – K x E1) / ((1 + U) x S)
(E1 = Nº de perdices en primavera. E2 = Nº de perdices precaza (Octubre)
K = Constante objetiva de incremento (> 1 hasta 1’5),  U = Tasa por pérdidas durante la caza = 15 % de heridas y muertas no cobradas (Media entre 3 y 27 %), S = Supervivencia invernal (80%))
Una fórmula sencilla  de calcular hasta cuándo se pueden cazar perdices en un coto,  es conocer la relación jóvenes / adultos analizando las perdices cazadas.

RELACIÓN J /A
= 3 → CAZAR HASTA EL 40% EXISTENCIAS
= 2 → CAZAR DEL 20 AL 35 % EXISTENCIAS
= 1’5 → CAZAR HASTA 20 % - Por debajo de 1’5 no cazar.
(Antonio J. Lucio (1998) La perdiz Roja, FEDENCA/GRUPO EDITORIAL V)
Hay fórmulas similares a la de Birkan que se pueden utilizar no sólo para perdiz sino para cualquier otra especie. Por ejemplo la propuesta en el texto de Ordenación Cinegética, (Covisa, J 1998), permite  conocer la tasa de aprovechamiento en proporción a la población precaza, que es la que tenemos en otoño al inicio del periodo hábil. Para ello divide el incremento real de la población (nacidos – muertos ajenos a la caza) entre el tamaño máximo que adquiere la población a cazar (supervivientes reproductores + nacidos esa temporada)

TASA DE APROVECHAMIENTO (%) = (R - M) / ((Pi – M) + R)
(R= Reclutamiento o natalidad efectiva, M= Mortalidad no cinegética, Pi = Población postcaza, reproductora, de primavera o madre).
Cupo individual.- Conocida la extracción a realizar en el coto hay dos fórmulas para controlar el cupo aprovechable de caza con cierta precisión. Una, anotando lo que se va cazando cada jornada y cuando se llegue a la extracción prevista suspender la caza. Otra, la más generalizada consiste en dividir la extracción posible entre el producto del número de cazadores por el de jornadas posibles. Este cociente marcaría el cupo individual o percha del cazador por jornada. Esta medida es la más conservadora y recomendable de las dos.
Cada temporada los cazadores responsables adaptan la caza de la perdiz y las capturas a las características de la temporada, ajustando el cupo a las condiciones de crianza con la intención de mantener la población de perdiz roja. Realizada una caza responsable podemos exigir a nuestras administraciones la toma de medidas que hemos ido apuntando en su defensa y que algunas comunidades no cumplen.

Notas: En la entrega anterior, EL DECLIVE DE LA PERDIZ ROJA (I), enumeramos las diez causas que producían el declive de la perdiz roja y las diez medidas que pueden contrarrestar los efectos negativos apuntados. En ese artículo (I) también hemos analizado las dos primeras causas 1.- PÉRDIDA DE CALIDAD DE SUS PRINCIPALES HÁBITAT y 2.-PRÁCTICAS AGRÍCOLAS ANTIFAUNA. En este segundo EL DECLIVE DE LA PERDIZ ROJA (II) hemos analizado tres causas. 3.-REPOBLACIONES INCONTROLADAS CON PERDICES DE GRANJA. 4.-ESCASA RENTABILIDAD ECONÓMICA DE LA GESTIÓN CON PERDICES SILVESTRES. y 5.-EXCESO DE PRESIÓN CINEGÉTICA. Dada la amplitud de este trabajo y la necesidad de analizar 6.-EXCESIVA PRESIÓN PREDADORA y 10.-CONDICIONES METEOROLÓGICAS ADVERSAS Y CAMBIO CLIMÁTICO; en el tercer informe analizaremos estas dos causas pendientes, tan importantes para la perdiz roja, que nos pondrán en la pista de lo que ha ocurrido esta temporada tan nefasta 2012-2013. En esta última entrega haremos referencia a las fechas de natalidad de las perdices en España, que se están analizando con el proyecto Mapa fenológico.- Cronograma de natalidad de la perdiz roja en  España. Esas fechas son las más sensibles para la producción de perdices en una temporada. La meteorología asociada a estos periodos sensibles es la clave del éxito o fracaso de cada temporada.

lunes, 25 de marzo de 2013

PELECHOS Y PREPARATIVOS

Cuando los rigores del caluroso verano han quedado atrás, nuestros inseparables e irremplazables compañeros de esas, a veces inolvidables y a veces desesperantes, jornadas de caza, están a punto de terminar, o de hecho ya se ha producido, ese ineludible y puntual proceso del pelecho.






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Durante estos meses en los que las temperaturas alcanzan sus valores máximos tiene lugar el proceso del pelecho del que dependerá, en gran parte, el que nuestros compañeros se encuentren en perfectas condiciones para afrontar la nueva temporada de caza.
Debemos extremar ahora los cuidados del reclamo
Lo primero que debemos tener en cuenta es el lugar donde ubicaremos los terreros donde pasarán este periodo, siendo aconsejable que sea el mismo donde pasan el resto del año. Tomando las precauciones necesarias para evitar exposiciones prolongadas al sol, que les producirían la muerte por asfixia, son ideales los lugares donde les dan los primeros rayos de sol o bien los del atardecer, pero, repito, sin exposiciones prolongadas al astro rey.

Cuidados durante el pelecho

Para que el mencionado proceso obtenga el éxito deseado, debemos poner todo nuestro empeño en los cuidados, tanto higiénicos como alimenticios, para conseguir que, cuando les den las fiebres que les provocan el pelecho, se encuentren en las mejores condiciones físicas posibles. Sobre este tema, como en otros referentes al reclamo, existen tantas tendencias como jauleros. Por ello voy a exponer cuál es mi tendencia desde que soy jaulero —más de cuarenta años, los mejores bajo la tutela y batuta de mi tío y maestro, Sebastián Luque, q.e.p.d., natural de Almogía, Málaga—.

Hay que cambiar diariamente, si es posible, del agua, pues siempre les caerá la tierra de los terreros, lo que podría transmitirles alguna enfermedad infecciosa; si el lugar donde están es muy caluroso, se puede cambiar hasta dos veces por día. © Alejandro Jurado.
No debemos olvidar que el sitio donde se encuentran más cómodos los reclamos es en los terreros, por una simple cuestión de espacio, por lo que el pasarlos de la jaula al terrero debe ser en el momento en que termina la temporada de caza, aunque en principio lo hago sin tierra hasta entrado el mes de junio, que es cuando les pongo la tierra con una buena porción de ceniza que les servirá para su desparasitación externa. La tierra se la iremos cambiando cada quince o veinte días para evitar infecciones producidas al picar sus propios excrementos. Una o dos veces por semana les podremos dar un baño de agua con un pulverizador que les refrescará de las altas temperaturas propias de la época.

Alimentación

La tierra se la iremos cambiando cada quince días
Es crucial la alimentación y, en este sentido, tengo la costumbre de no cambiar a lo largo del año los alimentos que les suministro, que no son otros que un revuelto de trigo, veza, cañamones, garbanzos y maíz, con la única salvedad de pequeñas ayudas que variarán según la época en la que estemos, siendo durante el pelecho a base de productos que les refresquen —manzana verde, lechuga, pepino, etc.—. Esto lo haremos no más de dos veces por semana para evitar producirles desarreglos intestinales, que tan nefastas consecuencias traen. Imprescindible en esta época es vigilar las defecaciones, pues son el primer indicio para notar infecciones que puedan contraer y que, cuanto antes detectemos, más posibilidades tendremos de curar y salvar su vida. Es adecuado desinfectar los terreros con cualquier insecticida de los existentes en el mercado, y esto lo haremos cada dos cambios de tierra, salvo que observemos cualquier insecto o larva, en cuyo caso lo haremos inmediatamente que lo veamos. Igual de importante es observar una pérdida repentina de peso, ya que ésta suele sobrevenir por la presencia de algún tipo de piojillo, insecto o larva, tal y como hemos comentado.

Durante la época del pelecho debemos incrementar los cuidados de nuestros amigos los reclamos, ya que es la época en las que se suelen producir más bajas en nuestro jaulero, pues no olvidemos que las altas fiebres que sufren, unido a las altas temperaturas ambientales, les hacen más vulnerables a todo tipo de enfermedades. © Alejandro Jurado.
Durante este proceso, si se produce alguna muerte entre nuestros reclamos, debemos desinfectar todos los demás terreros, lavándolos con desinfectante y cambiándoles tierra, comida y agua, ya que la mayoría de estas enfermedades se suelen transmitir de unos a otros, no siendo la primera vez que una infección produce varias bajas en un mismo jaulero en un corto espacio de tiempo.

Vuelta a la jaula

En cuanto al momento de volver los reclamos a la jaula —desinfectada previamente—, soy partidario de hacerlo un mes antes de comenzar la temporada, en el caso de reclamos ya cazados —y, por tanto, habituados a la jaula—, y dos meses antes en el caso de los pollos nuevos, con el fin de que se hagan a su nuevo lugar de residencia, teniendo en cuenta que estos últimos no se suelen cazar hasta el final de temporada, lo que significa que dispondrán de casi tres meses de adecuación a su nuevo medio. Todo lo que sea adelantarlo a estas fechas producirá, en muchos casos, un encele prematuro que condicionará su estado óptimo cuando llegue la hora de salir al campo, ya que no debemos olvidar que la temporada se alarga durante 42 días, y en nuestras manos estará el poder cazarlos durante el mayor número de jornadas posibles, por descontado, en el mejor estado de celo posible.


En el momento de pasarlos al terrero, desparasitaremos internamente a los pájaros con cualquiera de los productos existentes para ello en el mercado. © ANCREPER.
La alimentación en esta época será la misma —revuelto de trigo, veza, maíz, garbanzo, cañamones— y serán los pequeños extras los que cambien con respecto a la época de pelecho: habas secas molidas del tamaño de un grano de trigo, garbanzo remojado y desmenuzado, habas verdes picadas, cerraja, berros, cebolla, hojas de rábano... Estos aditivos se le suministrarán combinándolos durante dos o tres veces por semana, dependiendo del grado de celo de cada reclamo, siendo las habas molidas las que más les aumenta y, por tanto, observaremos en qué estado de celo se encuentra cada uno de ellos para dosificárselos según necesidades. Al tener ponerles verde con frecuencia, en este tiempo el agua se la suelo poner dos o tres veces por semana los días que no les pongo verde.

Preparación al celo

Soy contrario a llevar más de un pájaro al puesto
Es llegado este momento de prepararlos para el celo cuando se producen las mayores controversias, pues son muchos los aficionados que intentan que sus pájaros se encuentren en un estado de celo óptimo para los primeros días de caza, para lo que suelen darles algún tipo de vitamina, lo que, unido a los piensos de celo y otro tipo de complementos alimenticios que les suministran, provocarán que mediada la temporada alcancen un exceso de celo —en el argot, pasados de celo—, que nos llevará a tener que prescindir de ellos en pleno apogeo de la temporada o, en el mejor de los casos, a tener que utilizar distintos medios para intentar rebajarles ese exceso de fogosidad. A los que no la hayáis hecho nunca así, os invito a que lo intentéis con uno de vuestros reclamos y ya veréis el resultado que os puede dar. Soy, igualmente, contrario a llevar más de un pájaro para un puesto, pues esto hace que en muchas ocasiones no se le dé más de media hora para hacer su trabajo.
Mi sistema para conseguir el encele de mis pájaros no es otro que dejar que lo hagan naturalmente a medida que vayan saliendo al campo, a sabiendas de que los primeros puestos no estarán en perfecto estado, pero con ello consigo que se vayan encelando a la par que lo hace el campo, y les puedo asegurar que las mejores faenas se producen cuando hay igualdad en este sentido con sus congéneres, las camperas, que, en definitiva, es la principal condición que se debe dar para disfrutar de esas faenas que hacen que esta afición nos cale cada vez más y con más fuerza.

El reclamo necesita que le demos el tiempo adecuado para que veamos qué es lo que tenemos en la jaula, y no olvidemos que en un puesto de una hora y media o dos horas se dan muchas y variadas circunstancias que serán las que, en definitiva, califiquen a nuestro pájaro. © José D. Gómez.
Con respecto a este último apartado, entiendo que los tiempos han cambiado y que, por distintos motivos, no todos disponemos del tiempo necesario para sacar las veces necesarias a nuestros reclamos al campo para darles el tiempo y los puestos que necesita un pájaro para alcanzar ese celo óptimo y demostrar sus cualidades. Esto, unido a que a veces nuestros jauleros están más poblados de lo necesario, hace que haya veces que pasen por nuestras manos figuras que pudieron serlo y que se nos fueron sin nosotros saberlo. Por esto me sigo empecinando en practicar esta caza siguiendo las enseñanzas que me fueron dadas desde pequeño y que intento plasmar en mi sucesor, y para conseguir esto es imprescindible que prime la calidad sobre la cantidad, la pureza sobre la ambición; esta es la filosofía de la caza de la perdiz con reclamo macho y no hay nada que la pueda cambiar.
Ha pasado casi un largo año desde que metimos a nuestros pájaros en los terreros; han pasado muchos días de cuidados, mimos, atención a cualquier anomalía que pudiera surgir... y es ahora cuando veremos el resultado de todo ello; ha llegado el momento de salir al campo y disfrutar; nuestros desvelos, un año más, habrán merecido la pena; por fin nos encontramos los dos solos; por fin volvemos a vivir esa complicidad que hace de nosotros gente especial, para muchos gente rara, pero especial al fin y al cabo .
Desde aquí hago un llamamiento a los viejos jauleros para que promulguen esta doctrina. Entre todos tenemos que conseguir que los que nos vienen detrás puedan disfrutar tal y como lo hemos hecho nosotros de esta sin par afición. De nosotros, única y exclusivamente, dependerá que la caza de la perdiz con reclamo no pierda ese embrujo, como bien dice nuestro amigo que la hace ser diferente a todas, ese sentir que hace que me merezca la pena ser jaulero.


PREPARAR NUEVOS POLLOS PARA LA SIGUIENTE TEMPORADA DE RECLAMO:

jueves, 21 de marzo de 2013

Saquemos conclusiones de la temporada de reclamo de perdiz

Habiendo finalizado la temporada de caza de la perdiz con reclamo, es hora de sacar conclusiones y de analizar, de forma resumida, lo acontecido durante el siempre corto período de tiempo de la caza de perdiz con reclamo.

En el reclamo adquiere una gran importancia la meteorología reinante, también la que haya existido con anterioridad al desvede
Es preciso hacer un balance de los resultados obtenidos, analizando con todo detalle los éxitos y fracasos que se han dado, pues todos ellos han estado presentes en la temporada del reclamo.
A la hora de obtener conclusiones definitivas, es preciso analizar sobre todos los desengaños y frustraciones para tratar así de ponerles remedio, procurando que no se repitan en el próximo año.

¿Hemos tenido buen o mal tiempo?

Otro de los aspectos que debemos tener en cuenta son las condiciones climatológicas que han imperado mientras hemos practicado nuestra apasionante modalidad de caza, ya que juegan un papel muy importante, pues condicionan el desarrollo de los puestos que hayamos realizado.

No se nos debe olvidar que en esta modalidad de caza adquiere una gran importancia la meteorología reinante, también la que haya existido con anterioridad a la fecha de apertura de la caza del reclamo. De esta forma, un otoño con suaves temperaturas y lluvias abundantes propicia que la perdiz campera se enverdine, no tome tierra, y comiencen las disgregaciones de los bandos en parejas tomando posesión, cada una de ellas, de sus respectivos territorios o querencias.

De igual manera, hay que señalar que durante el transcurso que permanece abierta la veda, el tiempo óptimo que debe hacer sería aquel donde las temperaturas se suavicen y llueva con frecuencia, de forma que la perdiz no tome tierra y con ello afloje su celo dando al traste, de esta forma, con las respuestas que manifiesta, que suelen ser poco satisfactorias en los puestos que realizamos.

Por ello, si el tiempo se caracteriza por continuas heladas, alguna que otra nevada, temperaturas gélidas y escasas precipitaciones, irremediablemente iríamos abocados a una de las peores temporadas del reclamo que se nos pueden presentar.

Durante los años que se dan estas condiciones meteorológicas adversas, para practicar esta modalidad de caza, no es recomendable cazar mucho con los reclamos, ya que llegamos a cansarlos y aburrirlos en sus continuas y estériles salidas al campo, obteniendo resultados casi siempre negativos. En estos casos, la perdiz montaraz acusa las inclemencias del tiempo y no suele acudir al reclamo, a pesar de las continuas e incesantes llamadas de nuestros pájaros.

Una mala climatología no hace buenos pollos

Tampoco es aconsejable, cuando reinan estos fenómenos adversos, tratar de sacar y hacer un pollo como reclamo, ya que no se dan las condiciones óptimas para ello, todo lo más un par de puestos para que conozca el objeto de su salida al campo y posteriormente, si se le ven condiciones y maneras, pelecharlo para el año que viene, donde esperemos que existan mejores oportunidades para desarrollar sus cualidades y asentarlo como futuro reclamo.

Cuando la perdiz no llega a encelarse, por no darse las condiciones meteorológicas adecuadas, muchos de nuestros pájaros llegan con el paso del tiempo a impacientarse, a “bregar o tomar los alambres” ya que las respuestas que obtienen, en el supuesto diálogo que entablan entre ellas, no son las que esperan. En estos casos, la apatía y frialdad de las perdices camperas será lo que presenciemos en la mayoría de los puestos que les demos a nuestros reclamos.

Ya en el libro, escrito por este humilde jaulero, llamado ‘La caza de la perdiz con reclamo. Arte, Tradición Embrujo y Pasión’, hago alusión a lo que es recomendable hacer en los años de pertinaz sequía, que dan al traste con todas las ilusiones y esperanzas, acumuladas durante todo el año, de vivir puestos y lances cuquilleros de importancia.

Cuidados de los reclamos en la veda

En el mismo libro hago un repaso a las tareas que gustosamente nos imponemos, y que son importantes llevar a cabo una vez que se cierra la veda del reclamo. Entre ellas, destaco la preparación de los terreros que es preciso realizar para albergar a nuestros campeones, el tipo de tierra que es aconsejable utilizar para que nuestros reclamos realicen un buen pelecho, etc.

De igual manera, se exponen en el mismo otros detalles de gran importancia, como son: la alimentación que es aconsejable administrar a nuestros reclamos, el traslado de los apuntes de los puestos realizados en el campo al diario perdigonero, la limpieza de todos los útiles empleados en la práctica de esta modalidad, el arreglo de los posibles desperfectos que puedan existir en los utensilios utilizados, y así una larga lista de actuaciones, siempre necesarias, se repasan en el mismo.

Sólo nos queda, después de la temporada, un cuidado diario de nuestros reclamos esperando que la larga espera, hasta que se vuelva abrir una temporada del reclamo, se nos haga lo más corta posible.

miércoles, 13 de marzo de 2013

BIBLIOTECA CINEGETICA





























LA PERDIZ ROJA: UNA ESPECIE VULNERABLE



Podemos afirmar que la perdiz roja (alectoris rufa) -emblema de la caza menor en España y especie objetivo principal de los cazadores en cualquier jornada cinegética tradicional- ha sido sometida en las tres últimas décadas a un proceso de prostitución como especie cinegética (hibridación), de contagio de enfermedades granjeras y daño a su entorno, de tal forma y en tal medida que su precaria situación no es novedad; ni tampoco es noticia para nadie las dificultades para su subsistencia, en estado salvaje.

Todos los cazadores lo sabemos. Por activa o por pasiva hemos sido coautores de este desastre, por un lado como consumidores y clientes directos de un producto alternativo falso: la perdiz de granja (en adelante: "gallino"); y, por otro, al evitar conflictos con otros cazadores, al querer parecer mas purista y al no denunciar semejantes manejos, sueltas y falsas repoblaciones, pensando que poníamos en peligro la titularidad sobre nuestro coto, por mero oportunismo o una competencia indeseada, callando siempre, mientras veíamos impasibles desaparecer las perdices de otros cotos, uno a uno, pero todavía disfrutábamos de las nuestras, pensando que el problema era de otros y nunca iba a afectarnos. Ocultarlo o seguir negando esta desastrosa evidencia y pasividad, durante tantos años, es un ejercicio de cinismo e irresponsabilidad colectiva manifiestos que se ha vuelto contra todos, al devenir generalizado de la situación desastrosa de la perdiz en los campos españoles.
Que existan y siga habiendo gentes que jamás hayan cazado gallinos, que los rechacen, que no hayan repoblado con ellos sus cotos e incluso hayan defendido a las “rojas” a ultranza y fervientemente, no significa que esas dignas y ejemplares excepciones personales deban ser el escudo y la coartada de la mayoría irreflexiva del colectivo cazador, para justificarse, porque se ha cedido y sucumbido, vergonzosamente, a los cantos de sirena de las granjas.

Estos son los hechos que afectan a Comunidades enteras y grandes extensiones del territorio cazable en nuestro país, antes de perdices rojas, ahora de gallinos renovables con factura. Las excusas, las razones, el derrotismo, el fatalismo, todo ello salidas pueriles, no pasan de ser eso mismo y en absoluto reducen o empañan el daño generalizado que se ha causado a la especie por nosotros mismos, con tal de seguir pegando tiros, sin mayor preocupación, allí donde ya no había perdices. Sepamos reconocer nuestras culpas.



Una especie, la perdiz, reina de la caza, convertida en plebeya por obra y gracia de los productores de granja, de la avidez en ganar dinero fácil y de la descomposición, pérdida o deterioro definitivo de los valores venatorios tradicionales del colectivo cazador, basados en el esfuerzo y el saber cazar, sustituídos sin resistencia alguna por la imparable moda atolondrada de emplear el ocio en hincharse a pegar tiros a cualquier cosa en movimiento, cómodamente y sin mas compromiso que pagar por hacerlo.


Actividad mercantil, esta, que consecuente y paralelamente ha sustituido también y ha prostituido igualmente a lo que siempre se ha considerado “caza”. Esta especie de caza menor, la perdiz, ha sido la primera y mayor víctima de este fenómeno que cabalga a toda velocidad a hombros de la modernidad sin raíces y de la distracción pasajera, cuya única misión es aplacar, cada siete días, la triste intrascendencia del hombre actual, aparentando que caza, aunque sea no cazando, es decir solo matando animales con todas las facilidades, porque toca, hay dinero y es domingo o día vacacional.

El invento de la caza de mentira, -la pseudocaza- es decir la moda de abatir todo animal que se mueva por el aire o por el suelo y lleve la etiqueta de “especie cinegética” colgando -aunque haya sido troquelado poco antes en una nave industrial- se ha llevado por delante a la perdiz roja española autóctona y salvaje, arrasando a esta especie en sus santuarios y relegando sus efectivos a reductos en sierras inexpugnables, hábitats agresivos para ella y algunos cotos donde todavía quedan cazadores y propietarios responsables de sus actos, que, con mucho esfuerzo, las cuidan como “oro en paño” y, al hacerlo, mantienen sus raíces y el estandarte de la autenticidad de la caza de siempre, pero fuera del visor del mercado cinegético arrasador de cotos, destructor de especies y reductor de éticas y dignidades. Las cosas, por lo tanto, deben llamarse por su nombre. Perdices y gallinos de granja no son lo mismo, pero cazadores y matagallinos, tampoco.

Esto es así y sigue sin cambiar, hemos matado la “gallina” de los huevos de oro y la hemos sustituido por bastardos “gallinos” de granja, malolientes, raquíticos y transmisores de bacterias y parásitos al campo y a las perdices autóctonas.

Durante años los productores de granja alegaron, primero: desconocimiento de esta problemática; después: justificación en los puestos de trabajo creados (ridículos en su cuantía, a todas luces, en relación con los beneficios percibidos); mas tarde: persistencia en los engaños, alegando una supuesta autenticidad, pureza genética y sanitaria de su producto de granja, cuando era técnicamente imposible demostrar la falsedad encubierta. Todo era mentira. Ellos sabían -y saben hoy en día- el tamaño del daño causado al medio natural con sus introducciones y las sueltas de híbridos; especialmente, a la perdiz roja campera.


Las autoridades no han actuado nunca, considerando que ese problema era cosa de los “cazadores” y porque, para actuar eficazmente, tienen que enfrentarse con gente muy poderosa e influyente, de alto rango en las esferas de poder de nuestro país, que son los autores, cómplices y encubridores de la idea y del desastre.


Nosotros, los cazadores, con nuestra pasividad y tolerancia, hemos dado pruebas de inmadurez y de irresponsabilidad a raudales, solo interesados en disparar cuanto mas mejor, despreciando la bravura, el carácter montaraz y salvaje de la perdiz roja, conformándonos con tirar tiros sin dificultad a botes de plástico con plumas y alas, arrasando así muchos campos desde siempre perdiceros, ocupados ahora por fáciles bastardas, suelta tras suelta.

Pero, a pesar de todas estas evidencias, el problema sigue estando de actualidad; se siguen soltando gallinos, treinta años después, cada nueva temporada. Nosotros, los afectados, no afrontamos el problema, callamos, consentimos y participamos de todo ello en plena complicidad. Vergonzoso cuando ha sido la pieza de caza que mas satisfacciones ha dado al cazador español durante siglos.

Los últimos estudios realizados por universidades y entidades como el IREC, la UCM, etc. -nada sospechosas de alentar la mentira mercantil en danza-, certifican que, en el campo, hay un sustancial y notorio porcentaje de pseudo-perdices híbridas de roja y cruces con otras subespecies mas “rentables”; en las granjas solo hay híbridos ponedores; las existencias de perdiz pura en granjas son irrisorias y testimoniales, con lo que el daño a la especie campera ya es manifiesto, aunque no irreversible. Se puede solucionar.


Ya se pueden detectar las hibridaciones con solvencia y visos de certeza absoluta, acerca del grado de pureza de la perdiz analizada genéticamente por especialistas cualificados y comprometidos con la salvación de la roja, sea en campo o en las granjas.


La cuestión es que tal desbarajuste, tal atentado y tanto daño durante tanto tiempo solo se puede curar con medidas drásticas: Prohibiendo las sueltas indiscriminadas de inmediato y eficazmente, eliminando drásticamente los híbridos en las granjas, precintando las que no cumplan requisitos, no autorizando nuevas instalaciones productoras de gallinos. Tras ello se encarecerá mucho más la especie “perdiz roja”, es verdad, porque siendo genéticamente pura y sanitariamente impoluta va a ser caro -ya lo es- de producir y posteriormente de mantener, en un medio totalmente hostil, infectado de pesticidas y en plena agricultura agresiva; Unica solución válida, la del control implacable de la producción, si queremos que pueda ser compatible con las pocas rojas que quedan y a la par poder mantener esos pocos puestos de trabajo inventados por las granjas.


Alternativamente, los que no puedan pagar esa perdiz con garantías, no tendrán mas remedio que acudir a una auténtica travesía por el desierto, durante unos pocos años, manifestada en la carencia de perdices en los cotos, mientras se acaba con los híbridos sueltos en el campo,se sustituyen por la cría en su medio de perdices puras y se realizan las operaciones de manejo de los hábitats, adecuadas para mantenerlas.


Plan de recuperación cuyo sostenedor va a tener que ser el cazador, en forma de abstinencia cinegética y altos costes. Un auténtico sacrificio, fuera de sus cálculos, para quienes están acostumbrados a abrir la caja de cartón y, mediante una patada, abatir un buen puñado de “perdices” -perdón, gallinos granjeros- a escopetazos y salir corriendo al bar a hincharse de cerveza, presumiendo del “manojo” que llevan colgado, sin preocuparse de nada mas y hasta el fin de semana siguiente, donde alguien pondrá otra caja de cartón abierta y repleta de gallinos, en el mismo cerro.

Este es el reto que mas pronto que tarde tendremos delante, a menos que estemos dispuestos a que se nos ponga, irreversible y definitivamente, el sello de "culpables" de la extinción de la perdiz, cuando solo somos consentidores de la culpa de otros.

Después de todo el tiempo perdido, a propósito, por parte de instituciones, empresas y autoridades implicadas, con la única razón oculta de consolidar el mercadeo granjero en el sector y de crear este cúmulo de intereses en torno a la perdiz, ahora no puede haber prisas en resolver el problema, porque los atajos serán también falsos y cualquier atribución de medallas por inventos mágicos, por parte de los mismos que crearon o consintieron el problema -los padres de la hibridación con sus nombres y apellidos, que todos conocemos- solo servirá para seguir con la misma u otra mentira encubierta semejante, con tal de sostener el negocio de la falsa caza, que es un auténtico chollazo. Todos estos "encantadores de serpientes" carecen de legitimidad alguna para ello y su “curriculum” de acciones, pero sobre todo omisiones y pasividad histórica, les delata. Haciendo de Don Tancredo se han convertido en farsantes y, francamente, de oír soluciones mágicas, los cazadores ya estamos hartos, porque, en la caza verdadera, no funcionan, no las hay. Somos nosotros, los cazadores, los que verdaderamente tenemos prisa para cazar una especie auténtica como la perdiz pero habrá que tener paciencia. La única prisa de estos mercaderes, testaferros, advenedizos, escopeteros a sueldo y políticos de tres al cuarto es por mantener el negocio y que no se les venga abajo.

Todo este Plan de salvación de la perdiz, que tenemos que abordar, también debería suponer una reconversión, en paralelo, de la tipología escopeteril de los cazadores que hay en estos momentos, para intentar reeducar a estos fervientes seguidores del “gallino”, hacia algo mucho mas responsable cuando cazan, orientándoles a estar plenamente implicados en la recuperación de la autenticidad de la perdiz y en la suya propia, como cazadores auténticos, antes de soltar ni un solo tiro. Perdices de mentira y cazadores de mentira: ni uno más. Otra tarea tan difícil como la anterior, pero que es cuestión de querer emprender. En esto no necesitamos ayudas, somos los cazadores los que tenemos que querer cambiar hacia la responsabilidad y el compromiso conservacionista, uno a uno.


Desde un punto de vista legal, con la Ley de Patrimonio Natural y Biodiversidad, recientemente vigente y con el Código Penal en la mano, se puede afirmar que las sueltas de híbridos granjeros en el campo son ilegales, pero, además, delictivas, a fecha de hoy, por lo que continuar con estas prácticas, en lo que afecta al asunto que nos ocupa, la perdiz, ya no es que sea criticable es que es denunciable y grave.


Se imponen acciones drásticas de control de las granjas, de trazabilidad y de persecución de infractores, tengan el rango que tengan y sean amigos de quien sean. Si el mercado de bastardas granjunas se viene abajo, la perdiz roja campera se recuperará sin duda alguna. Por una vez en toda la historia de la cinegética española los cazadores habremos dado una prueba fehaciente de querer y saber defender nuestro patrimonio cinegético, activamente, en primera persona del plural, sin esperar a que nadie nos lleve de la mano, a su “huerto”, que, con toda seguridad será un nuevo negocio basado en la mentira, lo fácil y la manipulación permanente o, si cabe, peor aún, nos lo impongan como única solución final.

Es un reto tan ilusionante, factible y claro como complicado, pero podemos hacerlo. Necesitamos apoyo oficial para llevar a cabo esta recuperación posible de nuestras perdices de siempre en nuestros campos. Necesitamos que las ayudas económicas se centren en medidas para proteger a las rojas que quedan, en esas pocas fincas y sierras, clasificándolas como “especie vulnerable” y sujetas a protección activa temporal, en esos sus últimos reductos, otorgando compensaciones económicas a quienes las mantienen, a las fincas, a los cotos, pero también controlando a sus predadores oportunistas, que, en la actualidad, sin saberlo, son verdugos de su disminución paulatina o extinción segura también en esos últimos santuarios perdiceros, por una mala y equivocada concepción conservacionista del predador, solo por serlo. Como si las especies cinegéticas no tuvieran los mismos derechos que los zorros. Hace falta rigor y seriedad conservacionista, no solo entre los ecologistas –siempre empeñados en restringir y prohibirlo todo-. También en el sector agrícola hace falta un cámbio, para eliminar las prácticas agresivas con las especies salvajes y especialmente contra la perdiz roja campera. Hace falta un Pacto entre todos y un Plan de recuperación por zonas, empezando por aquellas perdiceras tradicionales, donde la “roja” tardará menos en recuperar y extender sus efectivos, por disponer de hábitats favorables. Pero lo más importante es tener y ofrecer mucha información de esta realidad esperanzadora y positiva a los cazadores de base, dejando claro que la supervivencia de la perdiz roja campera es posible y su recuperación en los campos también, a base de inversiones, cabeza y dignidad venatoria. Si los que tienen el poder, el dinero, la propiedad de las tierras y la responsabilidad conservacionista cayeron en el redil de las granjas para seguir con sus macrocacerías y demás tiroteos de alta gama y no han sido capaces de defender a las rojas, al menos que sea el cazador de a pie quien niegue y cierre su paupérrimo bolsillo a tal negocio y no pague un euro mas por ese gallino que extingue a la perdiz campera; al revés, que lo ponga para ella y en su futuro, haciendo un sacrificio que esta especie merece. Con ello demostraremos, calramente, que los cazadores de base no hemos perdido ese sentido de la responsabilidad con y hacia nuestras piezas de caza. Tengamos confianza en nosotros mismos.


Solo se someteran a controles estrictos o se cerrarán las granjas cuando el cazador deje de comprar gallinos y empiece a exigir perdices de verdad. Solo dejaremos de hacerlo cuando nos juntemos todos en ese propósito y hacia ese maravilloso objetivo de salvar a la perdiz roja campera.


Por otro lado, hay demasiada gente y mercaderes implicados en el negocio granjero, que se ha ocupado -y se sigue ocupando- de ocultar durante tanto tiempo la verdad y que siguen campando impunemente en todas las capas sociales y empresariales dentro del sector cinegético; tantos que necesitamos luz y taquígrafos, información oficial y rigurosa, urgentemente y de una vez sobre la situación de la perdiz campera, circulación de gallinos, número y ubicación de granjas, etc. El trabajo lo tenemos que hacer nosotros -en cada coto- y, además de estar dispuestos al sacrificio de no cazar, de poner recursos y de hacer gestión cinegética de la perdiz campera, necesitamos ayuda oficial para salvarla frente a sus enemigos e integrarlos en el Plan o, caso contrario, aplicarles la Ley a quienes lo impidan de una vez y para siempre.


Las autoridades medioambientales, autonómicas y a nivel del todo el Estado tienen una alta responsabilidad en esta recuperación, en estas ayudas y en estos planes, precisamente porque su inhibición permanente y su negativa a reconocerlo o traspasar del problema a otro ha sido causa de tanto despropósito acumulado en el tiempo, pasándose la pelota unos a otros y argumentando razones que no se sostienen.


En resumen, seamos consecuentes, acabemos para siempre con nuestra complicidad y tolerancia hacia el producto granjero y reparemos el daño causado a la perdiz. Siempre fue el cazador el único capaz de mantener la perdiz campera en los cotos -como se ha demostrado donde sigue habiéndolas- a base de sacrificio, compromiso conservacionista, afición y práctica de valores cinegéticos. Ahora que podemos saber con certeza, gracias a la ciencia, si lo que tenemos en ellos esta hibridado, pero además sabemos la forma de hacer regresar a la perdiz verdadera, la roja, la autóctona, la campera a nuestros cotos, somos su última esperanza y ya no hay justificaciones. No podemos esperar milagros que se tornarán en nuevos engaños y debemos devolver su trono a la “Reina”, que algún día permitimos le fuera usurpado. No más gallinos en nuestros campos. Que vuelva la Perdiz Roja.

Celo con muchas dudas y evidencias

Tras diez días de caza en mis cotos, he sacado unas cuantas conclusiones, como solemos sacar los que nos gusta la caza con reclamo. La primera y más clara es que las perdices por el frío y -lo que está siendo peor- el viento estaban arrugadas y no querían colaborar en materia del cantar y en el andar a la plaza, por lo que los enjaulados también están yendo como el campo, fríos, muy fríos, dejando como bueno el refrán en nuestro mes favorito de “febrerillo loco…”
Por otro lado, tanto viento de orígenes distintos ha ido secando el terreno. El polvo comienza a asomar en algunos caminos, señal de que los pájaros de perdiz comenzarán pronto, si es que no lo están haciendo ya, a tomar tierra, y sus ganas de combate se podrían ir apagando a lo largo de los días.

Una vez más, las distintas fincas han dado la cara y la cruz en sus territorios, y aunque a muchos les quedan ya escasos días para cazar, bien puede decirse que la tónica general ha sido pobre, quitando algún día glorioso en el que más de uno ha echado las campanas al vuelo cuando regresaba con un par colgado en sus ganchos.

La caza de la perdiz con reclamo, marcó en tiempos y hoy también las mismas exigencias y las grandes diferencias en el campo, porque la “jaula” en años malos impone su ley, de manera que el que no esté bien pertrechado de pájaros que no solamente canten sino que cazen, que sepan lo que el monte les pide en cada puesto, en cada paraje, en cada perdiz que se manifiesta, me da igual que esté próxima o esté un poco más alejada, pero que el nuestro la haya oído.

Año para seleccionar pájaros

En años como este me gusta recordármelo a mí también, pues es magnífico para la selección, porque los recursos óptimos aparecen y las carencias o defectos se agudizan ante tanta adversidad. No valen las medias tintas o los medio-cucharas, o los cantarines sin ton ni son. Ahora amigos reclamistas, manda una vez más el pájaro, y tras todas nuestras posibles elucubraciones, la realidad es solo una y el éxito o fracaso debemos tenerlo claro, siempre con el análisis más objetivo posible de la situación vivida en el escenario en cuestión.

20130213-reclamo
La incógnita del millón es saber distinguir qué reclamo debe continuar en nuestro jaulero, cada uno tiene sus métodos y por tanto sus conclusiones. Habrá quién los guarde en función de la belleza, del porte, del canto de cañón bronco, del reiterado uso de las pitas, o simplemente aquel que se embola cuando las ve o las siente cercanas. Con ello se pone una vez más encima de la mesa que esta caza y sus matices son interpretados de muchas maneras distintas, y esto ensalza aún más nuestra afición.

Ahora bien, cuando guardamos muchos pájaros de un año para otro, a no ser que cacemos muchísimo, las oportunidades se irán reduciendo para ellos, porque en la campaña próxima  nuevamente caeremos en la tentación de incorporar a otro nuevo pollo (si no son varios), y cuando nos queremos dar cuenta tenemos tantos que además de comer, nos llevan mucho tiempo sus atenciones, el transporte al cazadero… por lo que resulta imposible que sean valorados en las casi dos horas que le debemos dar para sacar conclusiones. Es impensable que aprenda su trabajo en un par de puestos, pues la temporada con tantos pájaros enjaulados por sacar no puede dar más de sí, y hay que verlos en distintas plazas y horarios.

Podríamos tener perdices fáciles que acuden casi con un mediano laboreo, o en cambio también podríamos tener el caso de un puesto con perdices duras y complicadas, que ponen a nuestro tenor un tanto inquieto, sin que por ello debamos decidir que no es apto; quizá tan sólo le faltó un poco de celo para mantener la talla o a lo mejor , por el contrario, por estar muy pasado del citado estado, se puso muy pesado en el uso del pie o del maullido, delatador  de que algo no marcha bien, pues adopta una postura y unas interrupciones en el canto que delata la desagradable evidencia.

Las perdices en su comportamiento podrán y serán muy distintas a la hora de sentir, de visualizar, de andar o de querer hablar con nuestro pájaro. Unas veces casi en silencio acudirán a su encuentro, en otras cantarán mucho, se aproximarán hasta 20 metros escasos y no querrán acercarse a nuestro reclamo, por lo que veremos en ocasiones un comportamiento nervioso de nuestra jaula ante tal cobardía de aquel, o simplemente está mostrando que el celo está pasado, o lo que suele ser lo más común, que el cazadero está muy jauleado y conocen ya el engaño, tras innumerables incursiones de cazadores que se meten y salen de un portátil en busca de otro pájaro que quiera cantar, echando mano al final del fenómeno,  para procurar salir airosos de la escaramuza en el atranque de los pájaros.

Por todo ello, nadie mejor que nosotros para saber lo que tenemos y queremos en nuestro jaulero. Como se suele decir, tengamos las ideas claras y en base a ellas intentar obrar en consecuencia, sino un montón de pájaros serán testigos de nuestro error.

 cristobal de gregorio