Para esta modalidad hay que comenzar con
la selección de la perdiz que se va a utilizar de reclamo, conocer sus
diversos cantos y sonidos, cuidarla durante todo el año, pasándolo por
los diversos utensilios (terrero y jaula), que se emplean para mantaner
el reclamo y prepararla de un modo muy artesano con una mayor atención
en el período de preparación de la caza.
Es la modalidad de caza menos lucrativa o
mortífera, pues no en todos los puestos se tira, superando en más del
50% los puestos en los que no hay posibilidad ninguna de disparar sobre
las perdices.
Entre las actividades cinégeticas
llevadas a cabo en nuestra península, desde tiempos muy remotos,
difícilmente alguna puede superar el grado de emoción que a un cazador
de puesto con reclamo de perdiz macho le proporciona esta modalidad tan
apasionante, incomprendida y sacrificada.
Es necesaria una voluntad de hierro,
paciencia, cuidado constante y sacrificio sin límite, para, alguna vez,
tener la oportunidad de vivir extasiado un corto momento, asistiendo
como único invitado a un espectáculo indescriptible, testigo de una
ceremonia de conquista amorosa, o de una guerra dialéctica y desafiante
entre protagonistas de una misma especie, que luchan por defender su
instinto, su hegemonía o su territorio.
Esta actividad no rompe el equilibrio
ecológico, ni pone en peligro las poblaciones de la perdiz roja, sino
que , por el contrario, en los cotos dedicados exclusivamente a ejercer
esta modalidad, aumenta claramente su población.
Es importantísimo resaltar que la práctica de esta modalidad nunca se ejercita cuando la perdiz está dispuesta para la cría.
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