En el misterioso mundo
del reclamo de perdiz, por ser éste de quijotes, todo es posible. De ahí
que no sea fácil entenderlo, y de ahí que cuente con multitud de
detractores, ya que les resulta incomprensible, entre otras muchas
cosas, que sus seguidores sean auténticos zoólatras de sus pájaros y
que, incluso, se estén estrellando constantemente contra los molinos de
viento de sus anhelos y fantasías.
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No les importa, sin embargo, a estos soñadores tanto fracaso, ya
que siempre seguirán cabalgando, empecinadamente, sobre este frágil
rocín de sus fantasías, no desfalleciendo jamás en su permanente gozo de
soñar en sus inefables aventuras y venturas, por más que, por lo
común, se les tornen en decepcionantes desventuras.
Son, pues, cofrades de esta tan
sugestiva modalidad de la caza de la perdiz con reclamo, los únicos
quijotes del mundo de la escopeta
Son, pues, cofrades de esta tan sugestiva modalidad de la caza de
la perdiz con reclamo, los únicos quijotes del mundo de la escopeta. Un
mundo tan sumamente sorprendente además, como para que en él se
troquen todos los términos, ya que en él el verdadero cazador es el
pájaro, en tanto que el dueño se tiene que limitar, paradójicamente, a
ser un simple y fiel escudero que, por otra parte, debe estar tan
absolutamente sumiso a las órdenes de su caballero, que ¡ay, de aquél
que no le obedezca!, teniendo que ser, además y por añadidura, esta
obediencia de escrupulosa exactitud.Cierto que no se llega a tan fatal descalabro en todos los casos, sobre todo en los reclamos ya hechos, después de haberse debatido en mil y una singulares batallas. Pero, de todas maneras, y aun en estos casos, las pichinerías de estos infieles escuderos bien podían mandar al garete al más tolerante, noble y bondadoso de estos caballeros del pulpitillo, si es que reinciden en estas desobediencias, aunque no en muchas más que dedos tiene la mano. Y es que debe ser de tan tamaña magnitud la decepción de estos sensibles caballeros de la jaula ante estas pichinerías, que una patada en los mismísimos sería, en comparación, una leve caricia.
No es, pues, la presa el primordial objetivo en esta tan bella y quijotesca modalidad cinegética. Nada más lejos de la realidad. Su única razón de ser es ese permanente gozo en que vive el pajarero, siempre soñando con sus pájaros, y cuya culminación está en esa tan tensa emotividad de un lance siendo, como es, tan incierto siempre.
Pichinerías
No es, pues, la presa el primordial objetivo en esta tan bella y quijotesca modalidad cinegética de la perdiz con reclamo
En la jerga del pájaro, pichinero (1) es un
despectivo de distinta gravedad según el pecado que haya cometido y,
siempre llevando como denominador común el desprecio y el rechazo hacia
el que se comporta como un mal pajarero y, por supuesto, a las pichinerías (2) que, como tal, cometa.Cuando el reclamo comienza a cantar no hay que dejar de observarle, pues con sus evoluciones nos avisará si hay alguna perdiz próxima a entrar en la plaza.
Yo, ante tan cruda e injusta denuncia, apenas sí pude reaccionar cuando lo leí. Pero hoy, después de haber pensado en ello, y teniendo presente la encomiable actitud de infinidad de jauleros de los más diferentes rangos sociales y culturales, no tengo por menos que gritar terriblemente indignado y ofendido. Y así tengo que decir que, en multitud de ocasiones hemos tenido, allí mismo y en la mismísima plaza (4), algún que otro retozón e incauto caramono o alguna que otra andariega gitanota (5) olfateando de tanguete (6) al enjaulado del pulpitillo (7), y hasta, incluso —aunque cierto es que en muy raras ocasiones— algún vareto o pepa (8), y que, por supuesto, se les ha dejado ir en paz, quedando uno con la conciencia inundada de esa gratificante paz de haber hecho las cosas como Dios manda.
Mantener a un buen reclamo exige cuidados durante todo el año.
El tollo-castillo
Por eso, cuando están en el puesto,
suelen hacer en el tollo cuatro troneras para que todo bicho viviente
que tenga la fatalidad de caer por los alrededores no tenga la menor
opción de escapar con vida
Arduo y prolijo sería describir todas y cada una de las
pichinerías que suelen cometer los inexpertos o desaprensivos pajareros,
y como el sólo mencionarlas —sobre todo las mortales, si es que no
tanto las veniales— me produce una especie de escozor en el alma,
prefiero limitarme a reseñar la más despreciable de todas, y así pasar
el mal trago de una vez.Se trata de un desafuero que, por vergonzoso e indignante, sólo lo pueden cometer los que son verdaderas alimañas humanas, y para las que la única ley que puede existir es ésa que dice: «Dios me ponga donde haiga, que de recoger me encargo yo», y que en la versión que nos ocupa —esto es, en la del pajarero— podíamos traducirla declarando que el único objetivo de estos peligrosos individuos es matar y matar, por lo que ni pichineros se les puede llamar tan siquiera, sino carniceros —por supuesto que en su sentido más peyorativo—, y es que estos furtivos del mundo del pájaro van con una mano por el cielo, la otra parte por el suelo y un gancho en las espaldas, para que nada se les pueda escapar, y poder así ir rebañando todo cuanto se les vaya poniendo al alcance. Por eso, cuando están dando el puesto, suelen hacer en el tollo cuatro troneras (9): una al norte, otra al sur, una tercera al este y, por fin, una cuarta al oeste, para que todo bicho viviente —que no sólo las perdices— que tenga la fatalidad de caer por aquellos alrededores, no tenga la menor opción de escapar con vida. El puesto, pues, de estas alimañas es algo así como el castillo aquel del cuento infantil, al que se le denominó como el Castillo de Irás y Novolverás.
No todas las perdices llegan a convertirse en un buen reclamo, por lo que éstos pueden alcanzar altos precios.
¿Qué os parece…? Como para dejar a cualquiera con los güevos colgando, ¿a cómo sí (10)? Por eso mejor será que los olvidemos, no vaya a ser que si seguimos refiriendo desafueros de tan nauseabunda calaña, en vez de con los susodichos colgando, lleguen a descolgárnoslos del todo y se nos hagan una tortilla al estrellarse en el suelo. Y es que estos individuos tienen de pajareros, lo que aquél que decía que era joyero, porque se dedicaba a hacer joyos (11).
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