La perdiz roja, nuestra compañera de la
familia de las gallináceas, es fácilmente reconocible por su coloración.
Sus dimensiones suelen oscilar alrededor de los 37-38 cm de longitud.
Poseen un pico corto y resistente, de un color rojo intenso. El pecho y
la parte superior del vientre son gris ceniza con tonalidad parda. La
zona de los flancos, gris clara, esta interrumpida por una serie de
franjas transversales donde se alternan colores blanco, rojo y castaño
ribeteados todos con una sutil línea negra. Los machos poseen un
espolón en la parte posterior de los tarsos es decir, justo arriba de
los dedos de las patas por la parte trasera, las hembras sin embargo, no
los poseen.
HÁBITAT, COSTUMBRES Y ALIMENTACIÓN
Nuestra compañera, se la puede ver tanto
en montaña como en bosques de coníferas, bosques de hojas caducas y en
general bosques mediterráneos aunque donde más usualmente habitan es en
estepas, en la base de los montes, los campos de secano, los campos de
cultivo de cereales y los grandes viñedos. Generalmente suele estar
oculta entre vegetación herbácea, bajo los árboles u ocultas en
matorrales, siendo raro encontrarlas sin protección o cobijada entre
piedras. Sus hábitos sedentarios motivan que individuos de bastante edad
no hayan salido nunca de la comarca que los vio nacer. Las perdices
rojas suelen vivir en bandadas que oscilan entre los 8 a 14 ejemplares.
Prefiere andar a volar y acostumbra a escarbar con la intención de darse
soberanos baños de tierra para cuidar su higiene y de esta manera, con
la tierra y el polvo revuelta entre sus plumas, contribuir a un
mimetismo que sin duda la ayudará a subsistir.
La alimentación de la perdiz roja, se
basa en aproximadamente 70gr de alimento al día debiendo componerse este
de al menos un 50% de granos de cereal. El agua necesaria para su
metabolismo, o bien la consumen directamente de una fuente de agua, o la
obtienen de los alimentos sólidos jugosos que también consumen en menos
medida ( frutos y hierbas).
REPRODUCCIÓN:
Las perdices empiezan a aparearse a
últimos de enero, de allí el proverbio “ Por San Antón, cada perdiz con
su perdigón”. La época de celo se sitúa entre los meses de Febrero y
Marzo. Después comienza la incubación de los huevos que se efectuará en
un nido que previamente han construido aprovechando ligeras depresiones
del terreno o bien en el resguardo de pequeños matorrales. Estos nidos
son construidos con hierbas secas que moldean con sus cuerpos entre las
cuales se quedan plumas que forran el nido y colaboran con el abrigo del
mismo. Los huevos los suelen poner en numero cercano entre 10 y 18 y
después de 25 días aproximadamente concluirá la incubación con el
nacimiento de los polluelos. Nada más nacer los pollitos, debido a que
son nidífugos abandonarán el nido a las pocas horas y como les empiezan
muy pronto a salir las plumas en las alas, empezarán a volar en pocos
días pero dependerán de la protección y supervisión de sus padres hasta
que cercana la nueva época de cría, definitivamente abandonen a sus
padres para integrarse por su propia cuenta a la labor de reproducción
de esta especie, llegando a formar su propio bando. Algunas veces se
produce una segunda puesta que en caso de producirse sería el macho
quien la incubase.
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