Un apasionado viaje por la historia de la caza de la perdiz con reclamo reflejada en los libros de todos los tiempos y culturas.
Los orígenes de la caza de la perdiz con reclamo se
remontan a los tiempos prehistóricos. La etnoarqueología nos descubre la
utilización de diferentes técnicas y útiles de caza que se empleaban en
el periodo Magdaleninese, cuyo objetivo cinegético se centraba en la
perdiz. (Vázquez Varela, J. M.: Etnoarqueología: conocer el pasado por
medio del presente, Pontevedra, 2.000). El hombre del paleolítico tenía
un buen conocimiento de la vida y costumbres de las aves. Desarrolló
nuevas técnicas de caza confeccionando útiles como redes y lazos de
fibras vegetales y de animales. También diferentes tipos de trampas para
capturar especies de caza menor, así como puntas de flechas, arcos,
dardos de precisión y silbatos de hueso para imitar sonidos que
atrajesen a los animales, (Gómez-Tabanera, J. M.: La caza en la
Prehistoria, Gijón, 1980).
En diferentes yacimientos del paleolítico medio y superior se han
encontrado restos de huesos fósiles de perdiz. Destacan los de las
cuevas de la Carihuela y las Ventanas, en la provincia de la Granada. En
Alicante, en el yacimiento de Tossal de la Roca, se han encontrado
restos de perdiz roja de unos 13.000 años de antigüedad (Sánchez Marco,
A.: Quercus, Cuaderno 191/Enero 2002) y en la Cova dels Blaus, en
Castellón, observamos una clara especialización en la caza de especies
de espacios abiertos como perdices, (Martínez Valle, R.: De neandertales
a cromañones.“Cazadores de pequeñas presas”, Valencia, 2.001, pp.
129-130).
Estos hallazgos nos dan pruebas de la existencia de una relación entre
el hombre y las perdices. Su consumo es el fruto de su caza, por lo
tanto, se puede afirmar que uno de los métodos de captura utilizados
podía ser el de la perdiz con reclamo, donde la perdiz enjaulada tenía
dos funciones bien diferenciadas: la propia de reclamo y la de servir
como alimento cuando ya no era útil para atraer a las perdices salvajes
(García García, C. J.: Actividades cinegéticas, conservación del hábitat
e influencia en la actividad físo-deportiva.“Los animales aliados del
hombre en la caza”, Granada, 2001, pp. 181-197).
Los íberos cazaban las perdices con los reclamos, utilizando para ello
un tipo de lazo denominado “la zalagarda”. Su técnica consistía en
atraer a las perdices al lugar donde se instalaban los lazos con un
reclamo amarrado a una estaca. (D. Boza, M.: El trampeo y demás artes de
caza tradicionales en la Península Ibérica, Barcelona 2002, p.229).
Este procedimiento del reclamo atado, con el sistema de embrague,
continúa practicándose en la actualidad en algunas zonas de Andalucía.
(Rodríguez Sánchez, J. Jiménez Aguilera, F.: Manual actual de la caza de
perdiz con reclamo, Archidona, 2000. p.105).
Los pueblos que colonizaron Iberia, fenicios, cartagineses, griegos y
romanos, también eran aficionados a la caza de perdiz con reclamo,
(Blázquez, J. M.: Los Pueblos de España y el Mediterráneo en la
Antigüedad, Madrid, 2000). Existen numerosos mosaicos romanos y
bizantinos decorados con escenas de caza de perdiz con reclamo
(Piccirillo, M.: The Mosaics of Jordan, Amman, Jordan, 1977, pp.
114-118, 248-250 y 280), estas representaciones confirman y dan
testimonio, sin lugar a dudas, de la antigüedad de esta modalidad.
La caza de la perdiz con reclamo y sus útiles no han variado nada en
milenios (Balty, J.: Mosaïques Antiques de Syrie, Buxelles, 1977, p.
151), sólo se ha modificado la forma de coger o capturar a la perdiz
campesina, cambiando la red y los lazos por la escopeta, aunque en
Mallorca está autorizado y regulado un tipo de lazo para capturarla
viva.
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