Como es sabido, existen
muchos cuquilleros, entre los que me encuentro, que suelen nutrir sus
jauleros con reclamos criados directamente por nosotros mismos, siendo
esto una continuidad de la actividad permanente con la que vivimos
nuestra afición.
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Para criar nuestros propios pollitos de perdiz empezamos
aproximadamente en el mes de diciembre o enero a juntar las colleras que
vamos a utilizar para la cría, con el fin de que, cuando llegue la
época de poner los huevos, tengan tiempo más que suficiente para ir
emparejándose y aceptarse como collera o pareja. Cosa que no siempre se
consigue, sucediendo en ocasiones que el macho no acepta o toma a la
hembra y termina por matarla; en otras, el macho toma a la hembra y sin
embargo no la pisa; y pasa también a la inversa, cuando es la hembra
la que no se deja pisar, rehuyendo al macho permanentemente, con lo que
los huevos que salgan del fruto de estas parejas anteriores no serán
fértiles.
Podemos retirar los pollitos para criarlos con calor y luz artificial
Otro ámbito relativo al éxito de la cría, e importante en
ésta, es el lugar que se seleccione como hábitat para nuestras colleras,
siendo los espacios reducidos poco recomendables: cuanto más amplios
mejor, y si en ellos se permitiera tener algún arbusto, como, por
ejemplo, romero, tomillo… mejor que mejor. A tener en cuenta también la
importancia de tener protegida, de sol y lluvia, la zona elegida para
el agua y la comida, algo solucionable con la posibilidad de poner un
pequeño techo en una parte del recinto, para que las perdices se puedan
resguardar del mal tiempo y, a su vez, aprovechar esta zona para
preparar su nido, proporcionándoles un lugar recogido y oculto con algo
de broza, hierba seca, paja, esparto… y ya tan sólo nos quedará esperar
a que pongan. ¡Ah!, otra cosa: desde que la perdiz empiece a poner
huevos, no es recomendable hurgar en el nido, ni tocar los huevos, pues
suelen abandonarlo y no empiezan a poner hasta pasado un tiempo y
eligiendo otro lugar para la puesta.Pollo criado en libertad. © V. Guisande.
Si observamos que la puesta se está realizando en el nido y, aun así, no tenemos la confianza de que la hembra empolle a los huevos, no debemos de precipitarnos en la retirada de los mismos, ya que en ocasiones son los machos los que empollan a los huevos, haciéndolo de igual forma que las hembras y dando los mismos buenos resultados.
Hay que criar en cautividad a los pollos en una condiciones que se asemejen lo más posible a las que tendrían en libertad, lo que nos supone un proceso largo y complicado, pero, al mismo tiempo, gratificante, pues nos permite estar inmersos en lo que nos gusta: el reclamo.
Si la opción elegida es la de criarlos con luz y calor artificial, debemos tener controlada siempre la temperatura, evitando cambios bruscos y no dejándoles mucho tiempo sin luz. Con este sistema se suele tener más éxito en la cría, ya que se suele controlar mejor la higiene del lugar y solemos aportarles alguna hora extra de luz que la que por naturaleza tiene el día, consiguiendo con esto mayor rapidez en el desarrollo de los perdigones al disponer de más horas de luz para alimentarse, siendo este el sistema más usado para la cría de pollitos que son sacados con incubadoras.
Una vez conseguido el nacimiento de los pollitos, tarea fácil, viene lo más complicado, que es el criar a los futuros reclamos con éxito y evitar tener el menor número de bajas. Para tal fin les suministraremos la alimentación adecuada y específica para pollitos recién nacidos, que les dará la energía necesaria para un desarrollo equilibrado.
Desde que los pollitos nacen hasta llegar a la edad de adultos, pasan por una serie de etapas o fases en las que son muy vulnerables y en las que debemos prestarles mucha atención, no debiendo bajar la guardia en ningún momento para así evitar en lo posible la pérdida de alguno de ellos. Fases que las resumiría por época evolutiva en una primera etapa, relacionada con los primeros días de su nacimiento, donde debemos vigilar que siempre tengan el agua bien limpia —cambiándosela si es posible un par de veces al día—, que no les falte comida, que la temperatura sea la adecuada y donde, de vez en cuando, les añadiremos a la comida o al agua algún componente vitamínico, sin abusar de esto último.
Cuando criemos a los perdigones en cautividad debemos tener mucho cuidado con el control de la temperatura, pues los cambios bruscos les afectan negativamente. © Francisco Ramírez.
JONATHAN MARTINEZ.
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