El “Vocabulario español de la caza” (Ministerio de Agricultura, 1950)
dice del chuchero que es cazador de reclamo, especialmente de perdiz, en
semejanza con la chuchería. Y añade que se le llama también cuquillero,
ya por corrupción de cuclillero, dada la postura en cuclillas en que ha
de estar en el puesto, ya por derivación de cuco, nombre con el que
designa en algunas regiones al perdigón enjaulado. La razón de la
postura en cuclillas no hay quien la mantenga –digo yo– porque en el
puesto, en el tollo, se prepara siempre un asiento más o menos incómodo.
Así que cuclillero vendrá tal vez de cuclillo, otra manera de llamar al
cuco.
Chuchero o cuquillero, el cazador con reclamo es uno de los personajes
más atractivos de la función venatoria menor, aunque no precisamente el
más famoso. De la soledad que su papel requiere sólo sabe la perdiz
macho, con la que durante la gestión cazadora llega a identificarse
hasta el extremo de convertirse en hombre-pájaro que actúa
simultáneamente en los encierros del tollo y de la jaula. Pero el
pájaro, el reclamo, no es amigo de relatos, y el hombre, el cuquillero,
habla sólo para quienes son capaces de entenderle, es decir, sus
hermanos de afición. Y así el cuquillero resulta, para la mayoría de la
gente, un tipo lacónico, ensimismado, misterioso, al que no le gustan
las preguntas de los ignorantes ni le interesan los comentarios de los
indiscretos. Por otro lado, no es disparate afirmar que el cuquillero
guarda para sí las experiencias, en verdad maravillosas, de la caza de
la perdiz con reclamo porque teme que su divulgación provoque el aumento
desaforado de sus practicantes y la consiguiente ruina de su ejercicio.
Los cuquilleros forman, por ese motivo, pequeñas piñas, corros menudos,
breves comunidades, círculos cerrados en los qué solo admiten, no sin
dificultades, a quienes muestran irrefrenable entereza en el
cumplimiento de los votos propios de su instituto y decidida renuncia a
la jactancia y la publicidad de su inspiración. Los cuquilleros son como
frailes de una antiquísima orden religiosa no predicadora extendida por
las tierras de la perdiz, que ofrenda a la divinidad, modestamente, los
dolores y gozos de su entrega a la adoración del reclamo.
Incomprendido, vituperado, descalificado muchas veces, perseguido no
pocas, el cuquillero, próximo San Antón, se dispone a ponerle la sayuela
al perdigón. Malos vientos se barruntan para él, tan malos que incluso
pueden traer la prohibición legal de la modalidad de caza que le importa
sobre todas las otras. El cuquillero, sin embargo, no se achica. Sólo
se retrae aún más, como preparándose para superar los tiempos difíciles
que se avecinan. Un cuquillero que bien conozco y bien respeto como
cuquillero y como hombre me ha dicho esta mañana lo que sigue:
– Desde que el mundo es mundo, desde antes que nuestra tierra se llamara
España, cazamos la perdiz con reclamo. Y seguiremos haciéndolo por los
siglos de los siglos. Amén.
La prohibición, si llega, como llegó otras veces, añadirá, como otras
veces, un atractivo más a un modo cinegético en que el hombre reencarna
en perdiz para cazar perdices.
Blog dedicado al mundo del Arte de la Perdiz Con Reclamo, donde se informaran mediante articulos relacionados sobre esta bella forma de cazar, todo lo necesario a saver sobre este mundo. Como trucos, consejos y mantenimiento del pajaro tanto en los Terreros como en el Repostero sin olvidar todas las noticias de todos los Campeonatos: Provinciales, Autonomicos, Campeonatos de España y Fotos de las ferias Celebradas Del Reclamo. Siguenos en Facebook: Cuquillero, El Arte Del Reclamo.
Una aberración sin mérito alguno. Cobardes y sucios cazadores
ResponderEliminar