La caza tradicional de perdiz con reclamo
La caza en general, es una actividad
considerada como tradicional. Las denominadas cazas tradicionales, entre
las que se encuentra la modalidad de perdiz con reclamo, forman
parte de la cultura de los pueblos. Fue estudiada por Aristóteles y es
una modalidad que ha llegado hasta nuestros días conservando sus
orígenes esenciales. Las técnicas utilizadas para cazar perdices con
reclamo, así como los útiles y enseres para su práctica, se basan en la
sabiduría popular, sus propias definiciones lingüísticas le imponen un
carácter propio que hacen de ellas un auténtico arte.
Su ejercicio, conlleva un respeto por el
medio natural donde se desarrolla y sus aficionados están dotados de un
gran comportamiento ético hacia las piezas que capturan, cumpliendo
fielmente con sus normas y reglas. Cualquiera de sus variantes
cinegéticas: reclamo con escopeta, reclamo con lazos, reclamo embragado
con escopeta, son en esencia la caza en estado puro.

La gran protagonista de esta modalidad
de caza es la perdiz roja española, (Alectoris rufa) convertida en la
reina por excelencia de la caza menor, es una pieza cinegética muy
apreciada por los aficionados al deporte de la caza, su vuelo es muy
rápido y potente, es muy esquiva, seductora por su colorido y
apasionante para los cazadores de reclamo por su bravura y gallardía.
En la actualidad, el cazador de reclamo
no necesita coger perdices salvajes para utilizarlas como reclamo.
Existen granjas y establecimientos legalmente autorizados en donde
pueden conseguir sus reclamos.

La modalidad de perdiz con reclamo,
es la forma más primitiva de cazar perdices, requiere un gran
conocimiento de las mismas, tanto para seleccionar y domesticar a la
perdiz macho que se utiliza como reclamo, saber interpretar sus cantos y
sonidos así como determinar con ingenio el tiempo y el lugar más
apropiado para cazarlas. Sus reglas son muy estrictas y de obligado
cumplimiento, ningún cazador de reclamo captura una perdiz si su reclamo
no la “recibe” y está dentro de la “plaza”, en caso contrario se
estropearía el macho enjaulado.
El periodo en el que se caza la perdiz
con reclamo, hacen de ella, una modalidad selectiva, como queda
demostrado el hecho de que no se cace en época general, sino que se caza
en determinados meses que propicia la no entrada de todo el bando de
perdices en “plaza”, finalizando cuando las perdices todavía no han
comenzado a copular y a formar el nido. Es importante resaltar que la
práctica de esta modalidad nunca se ejercita cuando la perdiz está
dispuesta para la puesta, empolle ó cría de sus pollos, como creen
algunos profanos.

La efectividad de esta caza radica en el
buen cantar del reclamo. Durante el enfrentamiento dialéctico las
perdices y el reclamo utilizan todos sus recursos sonoros para atraer a
las campesinas a pie del “pulpitillo”. El reclamista debe conocer e
interpretar los cantos de mayor y de pie, los sonidos entre otros, de
piñón, el aguileo y sobre todo el titeo. Además es fundamental observar
la pautas de comportamiento del reclamo y de las perdices salvajes que
acuden a sus dominios, los macho entrantes en la plaza llegan dando
de pie, con la cabeza erguida, escudados, con el ala arrastras, dando
vueltas alrededor del pulpitillo, entablando duros combates hasta que el
reclamo inicia su canto de recibo, y es, en ese justo momento cuándo el
cazador debe abatir a la campesina y el reclamo al observarla inmóvil
considera que ha conseguido subyugarla.

Existen dos aspectos importantes que
justifican la caza de perdiz con reclamo, uno de ellos, es como
herramienta de gestión. En las poblaciones de perdices existen más
machos que hembras, las parejas son fieles durante toda su vida y a la
hora de formarse las nuevas parejas siempre sobran machos, que no paran
de incordiar a las parejas e incluso llegan a molestar a las hembras
mientras incuban, por lo tanto, con el reclamo ayudamos a regular la
población. También se contribuye a controlar los machos viejos que
necesitan más territorio y son menos fértiles. Pero el aspecto más
importante es el social, la caza de perdiz con reclamo genera puestos de
trabajo, mantiene una tradición artesanal en la elaboración de los
útiles y enseres que se necesitan para su desarrollo, y el que
justifica por sí solo su continuidad, es el caso de los cazadores
mayores que viven todo el año para el reclamo, sueñan con la próxima
temporada, se ilusionan con las salidas al campo para escuchar y
observar a su reclamo y el resto del año se convierte en su animal de
compañía, en él, ponen sus esperanzas de felicidad y siempre están
atentos a sus necesidades de alimentación, al cambio de tierra y a
solearlos.
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