miércoles, 30 de enero de 2013

ALIMENTACION DE LOS RECLAMOS.

Alimentación de los reclamos
Dejando a un lado la apasionante vida de nuestra perdiz roja me gustaría ofrecer unos consejos sobre la forma de cazar de los reclamos, sin el ánimo de sentar cátedra, sino con la intención de compartir parte de mi experiencia.

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No me gustaría pasar por alto el tema de la preparación de los reclamos y la alimentación de nuestros aliados durante el periodo de caza, partiendo siempre de la base de que hay opiniones para todos los gustos, las cuales, por supuesto, me merecen el mayor respeto.
Además de piensos de alta energía, que los hay bastante buenos, yo alterno éstos con un revuelto de semillas
Conozco a muchos aficionados que creen que es mejor que coman todo el año la misma alimentación. En mi opinión, efectivamente, creo que una persona sobreviviría si todos los días comiera lentejas y pienso que sus instintos no cambiarían; pero, ¿es lo normal? ¡Yo creo que no! La misma especie en su hábitat natural varía la alimentación en función de la época: cuando hay semillas en los meses calurosos las complementan con agua, o cuando hay brotes tiernos centran su alimentación en éstos y dejan de ir a los bebederos. Igualmente toman bellotas, aceitunas y un sinfín de alimentos variados según su hábitat.
Particularmente, diferencio tres etapas. Una de ellas es el celo, pues considero que dos meses antes (noviembre y diciembre) y durante el propio celo (enero, febrero y marzo) hay que reforzar la alimentación. Además de piensos de alta energía, que los hay bastante buenos, yo alterno éstos con un revuelto de semillas, y refuerzo puntualmente, y sin abusar, con cañamones, almendras partidas, etcétera.
Otra cosa que merece mención aparte es el tema del agua, ya que es fundamental eliminar el agua en estos meses porque así obligamos a nuestros reclamos a tomar verde. En mi área (Almería, Granada y Jaén) normalmente se les alimenta con amapolas tiernas, pero según la zona se les suele alimentar con otros vegetales. Es de vital importancia porque les hace entrar con más facilidad en celo, y se les nota en el pico y en los ojos que evidencian, con su color rojo intenso, el buen estado de salud de los mismos.
La muda es la segunda época en la que hay que estar también muy encima de nuestros reclamos. La alimentación, en mi caso, la refuerzo con un poco de choque vitamínico en el agua, para que le sirva de ayuda. Por lo demás, un pienso de mantenimiento o trigo. Respecto al lugar de la muda, hay que decir que debe ser lo más higiénico posible, y hay que cambiar la tierra cada semana, y si le da algo de sol, mejor.
Por último, durante el resto de los meses, con agua y trigo o un pienso de mantenimiento es suficiente. Hay pájaros, sobre todo si son de campo, a los que no le hace mucha gracia el pienso; a éstos yo les suelo poner trigo y suele ir bien.
Forma de cazar los reclamos. En primer lugar, diferencio los tres meses que se pueden cazar, es decir enero, febrero, y marzo. Particularmente, utilizo los reclamos con experiencia, de cuatro o más celos, para el mes de enero.
¿Cuántos reclamos no echamos a perder por sacarlos en días con mal tiempo y por no oír campo van perdiendo el afán de llamar?
La razón es que suelen —no tiene que ser la norma porque cada pájaro es un mundo— encelarse antes, y eso, unido a que en el campo no suele haber verdadero celo —aunque se cace en la zona baja—, desde mi punto de vista es lo más aconsejable. En la medida que va entrando febrero  —y siempre dependiendo de cada animal, que insisto que cada uno es un mundo, pues incluso de un año a otro puede variar su época de máximo celo según los cuidados que se le dispensen de alimentación y sol— se le debe ir dando la alternativa a los pájaros de dos y tres celos que ya tienen algo de experiencia, sin ser aún veteranos. Se encuentran ya que la perdiz en el campo está hecha pares, con lo que se evita que entre a bandos con varias perdices, lo cual tendría malas consecuencias para el inexperto.

El vivir en jaulas no es óbice para que nuestros pájaros no disfruten de la suculenta alimentación que depara la naturaleza a los salvajes.
Finalmente, marzo es el mes de los pollos, el mes de cazar en camisa que, como dice mi suegro, un gran aficionado y mi mejor maestro, es como hay que ir al puesto: en camisa, y razón no le falta, porque, ¿cuántos reclamos no echamos a perder por sacarlos en días con mal tiempo y por no oír campo van perdiendo el afán de llamar a sus congéneres? Pero de esto no tenemos la culpa del todo, sino la sociedad que nos marca los días de descanso y no tiene por qué hacer buen tiempo los sábados y los domingos.
Volviendo a las enseñanzas de Rosendo Castaño, mi suegro, me cuenta que antiguamente ponían un cubo en la puerta del cortijo y de madrugada se levantaban para cazar si no había hielo  —quería decir si esa noche no había helado y, por lo tanto, las perdices cantarían esa mañana—. Por el contrario, cuando había hielo en el cubo, no se cazaba y el puesto se cambiaba por la vuelta a la cama y ¡mañana será otro día! Claro en aquellos años no había ni tan siquiera períodos de veda, ni cotos. Es decir, cazaban cuando querían y donde querían, y era otra forma de disfrutar de esta afición.

La potencia y el vigor de un animal de campo puede darse exactamente igual en un reclamo si éste recibe la alimentación adecuada.
Sin extenderme, porque ni es el sitio ni quiero yo dármelas de maestro, una cosa muy importante que aconsejo siempre que se vaya a cazar con reclamo es hacer unas marcas junto al tanto, con unos montones de piedrecillas del lugar, para determinar aquellas zonas en las que el reclamo vería a la posible o posibles perdices que entrarán en plaza una vez abatidas. Lo recalco porque una cosa es la perspectiva del pájaro desde el tanto y otra es la que obtiene el cazador desde dentro del puesto. El motivo de mi insistencia es que, como a casi todos, me ha pasado que al pollo con el que más encaprichado estás, ¡no sé por qué!, siempre le toca la peor faena: cuando no es la perdiz que dejas aleteando, es la que cuando al dispararle el tiro la desplaza detrás de la atocha que impide la visión a nuestro reclamo. Las consecuencias para el aprendiz son nefastas; es decir, se corta el recibo y si es de campero igual resulta que el primer tiro puede ser el último, ya que son muchos los que adquieren este resabio y no lo olvidan jamás. Esto dependerá, como vengo repitiendo, de cada reclamo: cada uno encaja las cosas a su manera.
Me queda recordar a mis compañeros de afición que es al cerrarse la veda cuando se ve a los verdaderos amantes de esta caza, pues es cuando nuestro cuidado se hace más necesario e ingrato, ya que faltan ocho meses para la vuelta. No debemos relegar a los reclamos al retiro y al olvido hasta el próximo celo: difícilmente podrá disfrutar la próxima temporada si no se deleita con su cuidado y admiración durante los doce meses del año.

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