miércoles, 30 de enero de 2013

CRIA DE POLLOS EN CAUTIVIDAD.

Tiempos de cría en cautividad
Como es sabido, existen muchos cuquilleros, entre los que me encuentro, que suelen nutrir sus jauleros con reclamos criados directamente por nosotros mismos, siendo esto una continuidad de la actividad permanente con la que vivimos nuestra afición.
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Para criar nuestros propios pollitos de perdiz empezamos aproximadamente en el mes de diciembre o enero a juntar las colleras que vamos a utilizar para la cría, con el fin de que, cuando llegue la época de poner los huevos, tengan tiempo más que suficiente para ir emparejándose y aceptarse como collera o pareja. Cosa que no siempre se consigue, sucediendo en ocasiones que el macho no acepta o toma a la hembra y termina por matarla; en otras, el macho toma a la hembra y sin embargo no la pisa; y pasa también a la inversa, cuando es la hembra la que no se deja pisar, rehuyendo al macho permanentemente, con lo que los huevos que salgan del fruto de estas parejas anteriores no serán fértiles.
Podemos retirar los pollitos para criarlos con calor y luz artificial
Otro ámbito relativo al éxito de la cría, e importante en ésta, es el lugar que se seleccione como hábitat para nuestras colleras, siendo los espacios reducidos poco recomendables: cuanto más amplios mejor, y si en ellos se permitiera tener algún arbusto, como, por ejemplo, romero, tomillo… mejor que mejor. A tener en cuenta también la importancia de tener protegida, de sol y lluvia, la zona elegida para el agua y la comida, algo solucionable con la posibilidad de poner un pequeño techo en una parte del recinto, para que las perdices se puedan resguardar del mal tiempo y, a su vez, aprovechar esta zona para preparar su nido, proporcionándoles un lugar recogido y oculto con algo de broza, hierba seca, paja, esparto… y ya tan sólo nos quedará esperar a que pongan. ¡Ah!, otra cosa: desde que la perdiz empiece a poner huevos, no es recomendable hurgar en el nido, ni tocar los huevos, pues suelen abandonarlo y no empiezan a poner hasta pasado un tiempo y eligiendo otro lugar para la puesta.

Pollo criado en libertad. © V. Guisande.
Suele ocurrir, cuando las hembras no son criadas por su propia madre, sino que son sacadas con incubadoras, que carezcan de instintos maternales, por lo que los huevos los suelen poner fuera del nido y en distinto lugar, llegando incluso a no empollarlos. En estos casos, lo que debemos hacer es ir retirando los huevos y sacarlos con gallinas o con incubadoras (no dejándolos sin incubar más de 20 días, aproximadamente).
Si observamos que la puesta se está realizando en el nido y, aun así, no tenemos la confianza de que la hembra empolle a los huevos, no debemos de precipitarnos en la retirada de los mismos, ya que en ocasiones son los machos los que empollan a los huevos, haciéndolo de igual forma que las hembras y dando los mismos buenos resultados.

Hay que criar en cautividad a los pollos en una condiciones que se asemejen lo más posible a las que tendrían en libertad, lo que nos supone un proceso largo y complicado, pero, al mismo tiempo, gratificante, pues nos permite estar inmersos en lo que nos gusta: el reclamo.
Dependiendo del sistema de incubación, el método a proceder debe ser diferente: si los huevos han sido incubados por la propia perdiz, podemos dejar que críe a su propia prole o retirar los pollitos recién nacidos para criarlos con calor y luz artificial, siendo aconsejable el primer caso, siempre que el lugar de nacimiento reúna las condiciones higiénicas y de espacio suficientes como para que no se transmitan enfermedades provocadas por el hacinamiento. De igual forma se puede proceder cuando los huevos son sacados con gallinas; el mayor inconveniente es que las gallinas son muy propensas a tener y transmitir enfermedades, provocando una elevada mortandad de pollitos, llegando en ocasiones a perecer la totalidad de la pollada. Es aconsejable, por tanto, que una vez eclosionados los huevos incubados por la gallina, se les retire y sean criados con calor y luz artificial.
Si la opción elegida es la de criarlos con luz y calor artificial, debemos tener controlada siempre la temperatura, evitando cambios bruscos y no dejándoles mucho tiempo sin luz. Con este sistema se suele tener más éxito en la cría, ya que se suele controlar mejor la higiene del lugar y solemos aportarles alguna hora extra de luz que la que por naturaleza tiene el día, consiguiendo con esto mayor rapidez en el desarrollo de los perdigones al disponer de más horas de luz para alimentarse, siendo este el sistema más usado para la cría de pollitos que son sacados con incubadoras.
Una vez conseguido el nacimiento de los pollitos, tarea fácil, viene lo más complicado, que es el criar a los futuros reclamos con éxito y evitar tener el menor número de bajas. Para tal fin les suministraremos la alimentación adecuada y específica para pollitos recién nacidos, que les dará la energía necesaria para un desarrollo equilibrado.
Desde que los pollitos nacen hasta llegar a la edad de adultos, pasan por una serie de etapas o fases en las que son muy vulnerables y en las que debemos prestarles mucha atención, no debiendo bajar la guardia en ningún momento para así evitar en lo posible la pérdida de alguno de ellos. Fases que las resumiría por época evolutiva en una primera etapa, relacionada con los primeros días de su nacimiento, donde debemos vigilar que siempre tengan el agua bien limpia —cambiándosela si es posible un par de veces al día—, que no les falte comida, que la temperatura sea la adecuada y donde, de vez en cuando, les añadiremos a la comida o al agua algún componente vitamínico, sin abusar de esto último.

Cuando criemos a los perdigones en cautividad debemos tener mucho cuidado con el control de la temperatura, pues los cambios bruscos les afectan negativamente. © Francisco Ramírez.
Una segunda fase, complicada, es cuando cambian por primera vez las plumas, siendo el método a seguir igual que el anterior: control de temperatura y alimentación. Por último, dentro de los momentos delicados en los que suele haber bastantes bajas, es cuando llegan a ser igualones, cuando ya están formados completamente; en esta fase suelen afectarle mucho las diarreas (blanquilla) y son propensos a contagiarse con parásitos internos, teniendo que tratarlos regularmente. Para minimizarlo evitaremos tenerlos en lugares húmedos, ya que, por esas fechas, (agosto y septiembre) suele llover con frecuencia y por tenerlos al aire libre se humedece mucho la tierra donde los solemos tener, creando un barrizal que mezclado con sus propias heces, provoca estos brotes de diarreas, así como favorece la cría de larvas de lombrices... Es aconsejable ir separándolos y ponerlos en terreros individuales hasta que llegue el momento de su enjaule. A partir de aquí, ya iremos preparándolos para reclamos, si conseguimos que nos salga alguno con la nobleza y carácter que todo cuquillero desea.

JONATHAN MARTINEZ.

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