lunes, 28 de enero de 2013

CUIDADOS DE LOS RECLAMOS.

PREPARACION DEL CELO:


Pasando los meses estivales, y de lleno en otoño, los reclamos necesitan cuidados que, si durante su etapa de desplume son importantes, ahora cobran un sentido de responsabilidad casi desmesurado.
No existe una fecha fija en la debamos sacar los reclamos de sus terreros para meterlos en sus respectivas jaulas de caza.
La preparación para la temporada de caza es importante. No se puede tratar de la misma forma a pájaros de varios celos, consagrados en el bello arte del reclamo, que a los pollos recién adquiridos.
Siempre he querido llevar a la práctica (más de una vez lo he referido), todo lo aprendido de mis maestros, principalmente mi padre y mi tío Manolo, aunque también he aprendido de otros muchos perdigoneros. De todas formas, la caza de la perdiz con reclamo no es exacta, y cada día se llega a aprender algo nuevo. Con cada puesto de alba, sesteo o tarde llegamos a quedarnos sorprendidos de las reacciones tanto de nuestros reclamos como de las perdices del campo. Digo todo esto para poder explicar que no existe una fecha fija en la debamos sacar los reclamos de sus terreros para meterlos en sus respectivas jaulas de caza. Hay quien piensa que se debe hacer en octubre. Hay quien en Navidad…
Primeras lluvias de otoño
Lo que aprendí es a intentar encelar mis reclamos, con respecto a cómo se va encelando el campo. Las perdices de nuestros montes empiezan la «picadilla» con las primeras lluvias de otoño. Me refiero a las lluvias que, junto con temperaturas no tan altas como en verano, casi anuncian el inicio del invierno, puesto que el agua impide que puedan seguir tomando sus baños de tierra, señal inequívoca del inicio de las disputas entre los machos del bando buscando pareja para la época de cría.
Por norma general, los reclamos con experiencia no se deberán sacar de sus jaulones de tierra con demasiada anticipación, puesto que corremos el grave riesgo de hacer que «se pasen de celo», de forma que, cuando llega la época de caza, se muestran demasiados fuertes en el pulpitillo, incitando a las camperas una pelea casi de gladiadores, hecho que hará, con casi toda seguridad, que las perdices no lleguen a entrar.
Los pollos de año sí que necesitan más tiempo en las jaulas de alambres, ya que no sólo se deben encelar, sino que antes se deben acostumbrar a su nuevo emplazamiento. Botarán, alambrearán, e incluso llegarán a «tomar copas» que es el movimiento compulsivo de echar la cabeza hacia atrás tal y como hacen las cigüeñas en su ritual de canto. Hay algunas maneras de intentar corregir este mal gesto: ponerles la sayuela o funda a media jaula es una de ellas (ya que el reclamo notará oscura la parte alta de la jaula, y procurará estar mirando hacia donde tiene más visibilidad), usar jaulas más bajas de lo normal (para evitar que salte dentro)… Cada maestrillo tiene su librillo, y, por lo tanto, cada reclamista tiene una forma diferente de tratar un mismo problema. Seguro que hay quien tiene más métodos para éste y otros problemas. De ahí la importancia de las tertulias entre cazadores: siempre se aprende algo.
El recorte
Antes de pasar los perdigones a sus jaulas, se deben recortar sus plumas. El motivo es impedir que se hagan daño en un espacio tan reducido y llenos de impedimentos a la hora de «bajar el ala», bulanear o hacer la rosca o rueda, que no es otra cosa que el recibo de pluma previo a la sinfonía de curicheos y piñones bajitos que nuestro pájaro emite cuando le entra en plaza la caza.
Para el recorte (todo un ritual), se debe tener en cuenta varias cosas: No debemos arrancar las plumas de cuajo, ya que obligaremos al reclamo a echar plumas nuevas. Cada vez que un ave pierde una pluma, automáticamente empieza a salir otra en su lugar, cosa que hace que necesite más vitaminas en su alimentación, y que se muestre más débil que de costumbre, con lo cual, nunca se encelará debidamente para practicar esta modalidad de caza. Lo ideal es cortárselas con unas tijeras (de hojas bien afiladas), sin llegar a tocar la piel del animal.
Si no se está muy acostumbrado en estas tareas, es mejor dejarse ayudar por alguien que nos sujete al reclamo por sus patas y cabeza abajo. Hay quien cuelga de una correa a los reclamos, y creo que da buen resultado, porque si llegaran a aletear, no hay nada que le impida el movimiento, con lo que no se dañarán las alas. Muchos pájaros buenos han llegado a desgraciarse al fracturársele algún hueso de las alas en esta operación, con lo que el cuidado debe ser la premisa principal a tener en cuenta.
Basta con cortarles de diez a doce plumas de cada ala,  dejando las demás intactas, para que el pájaro no se quede «desnudo» y pueda protegerse del frío.
La cola también hay que cortársela, ya que es un impedimento dadas las dimensiones de las jaulas. Se deben cortar todas las plumas remeras, es decir, las largas, dejando las cortas sin tocar, para que así cubran el corte realizado.
En esta época de preparación, hay que cambiarle, escalonadamente, la alimentación normal por la de alta energía o encele.
Una vez recortado el pájaro, se le mira el pico ya que puede ser que lo tenga demasiado largo, con lo cual, no sólo es estéticamente desagradable, sino que es un inconveniente para el reclamo a la hora de comer. No es aconsejable cortárselo, sino limárselo (con una lima de metal al principio para acabar de refinárselo con lija de madera o una lima de uñas). De esta forma, el pico se queda como «de gorrión», cosa que a los aficionados nos gusta mucho.
Debemos observar las patas de nuestros pájaros, ya que puede ser que tengan escamas, cosa que eliminaremos con vaselina u otro tipo de grasa que no sea nociva y frotando suavemente. Posiblemente debamos repetir esta operación varias veces en días seguidos, ya que la grasa lo que hace es reblandecer las escamas, (que no es otra cosa que piel muerta, ya que la nueva la tienen debajo), y con darle estos masajes en varias ocasiones, la piel muerta se cae.
Las uñas de los reclamos suelen ser un problema para ellos, ya que al estar sin poder desgastarlas al no poder caminar dentro de sus terreros y/o jaulas, pueden crecer demasiado. Hacerles la pedicura no es ningún misterio, siempre y cuando se haga con cuidado de no dejar las uñas demasiado cortas, ya que en ellas hay capilares sanguíneos que podemos herir, con la consiguiente pérdida de sangre.
Hace unos años, alguien me dijo que después de recortar los reclamos, es bueno darles un baño de agua templada. Lo he probado y funciona. Se trata de, teniendo el pájaro en las manos, sumergirlos enteros (menos la cabeza) en agua, ni tan fría como para que se resfríen, ni tan caliente como para hacer que se cuezan. Al principio se quedan muy feos, pero una vez dentro de la jaula, ellos se empiezan a «atusar» las plumas y se quedan más tranquilos. Ni que decir tiene que debe hacerse un día en el que podamos ponerlos al sol para que no cojan frío y se sequen en condiciones.
Celo y alimentación
El celo y la alimentación están más que unidos. En esta época de preparación, hay que cambiarle, escalonadamente, la alimentación normal por la de alta energía o encele. Si se usan piensos ya preparados, el cambio consiste en mezclar una cantidad de pienso de encele con el pienso normal de mantenimiento, e ir subiendo el porcentaje poco a poco hasta conseguir administrarles sólo pienso de alta energía. Si, por el contrario, alimentamos a nuestros pájaros con semillas mixturadas (trigo, avena limpia, cebada, maíz, mijo, soja, pipas de girasol…), debemos ir eliminando aquellas semillas de más contenido graso (como las pipas de girasol) y darle, con medida, alpiste, cañamones, chufas… Estos alimentos son muy proteínicos, así que iremos notando cómo se van  encelando poco a poco. No deben faltarle en el comedero algunas piedrecitas (chinotes del tamaño de los granos de trigo, por ejemplo) que les ayude en la digestión.
Suministrar verde a los perdigones es primordial para su encele adecuado. Normalmente se les debe dar durante todo el año, pero es en ésta época, y durante su caza, cuando más lo necesitan. Las perdices de campo, durante el verano, no pueden ingerir mucha hierba, ya que los campos están casi secos. Su alimentación se basa en semillas y pequeños animales (hormigas, saltamontes, grillos…) que buscan en nuestros campos. Pero es en otoño e invierno cuando estas semillas germinan, con lo que la alimentación se basa en brotes de trigo y otros cereales, sin olvidar los pequeños insectos.
Lo de los insectos lo podemos suplir con asticots, larvas de mosca o gusanos que venden en tiendas de pesca. Lo de los brotes, basta con tener un recipiente con algo de tierra, cubrir la tierra con agua y echar unas cuantas semillas de cereales. Cuando estas semillas empiezan a germinar, y teniendo los brotes un par de centímetros de altura, se arrancan (con raíz y todo) y se les echa en el comedero. De esta forma pueden ingerir el grano, el brote y la tierra que en el campo comen las campesinas, y que les da fuerza y energía más que suficientes.
A partir de ahora, tenemos que sacarlos al sol de vez en cuando, con cuidado de no dejarlos mucho tiempo.
NUNCA les debe faltar el agua. Aunque hay creencia que las perdices en el campo no beben en invierno, al comer al amanecer los brotes de hierba, ingieren la cantidad de agua necesaria para subsistir. No así los reclamos enjaulados, que se deben conformar con lo que les pongamos en sus comederos, y si no les ponemos lo adecuado, no estarán en perfectas condiciones para la caza.
Si nos precipitamos en el cambio de la alimentación, los reclamos se encelarán demasiado pronto, con lo cual tendremos el mismo problema (ya mencionado antes) de tenerlos «pasados de celo». Según como venga el año atmosférico, así tendremos que ir acompasando los cuidados a nuestros reclamos.
Garbanzos remojados en agua, bellotas y castañas peladas y picadas, almendras, hojas de rábanos… Todo es aconsejable para que nuestros perdigones lleguen a un estado de encele adecuado.
A partir de ahora, tenemos que sacarlos al sol de vez en cuando, con cuidado de no dejarlos mucho tiempo, ya que en estos meses, el sol es traicionero y podemos llegar a perder asfixiados a más de uno de nuestros machos de perdiz. Observarlos cómo se van encelando, desafiando al vecino y cantando por alto cuando los separamos unos de otros…
La caza de la perdiz con reclamo se disfruta todo el año con los cuidados de nuestros perdigones, mirando sus comederos por si no comen bien, sus deposiciones por ser uno de los primeros síntomas de posibles enfermedades…
Tendremos que ir revisando la silla de caza, las sayuelas o fundas, el puesto portátil, el chuzo del repostero… Pero eso será otro tema del que hablaremos en otro momento…

Pasando los meses estivales, y de lleno en otoño, los reclamos necesitan cuidados que, si durante su etapa de desplume son importantes, ahora cobran un sentido de responsabilidad casi desmesurado.
No existe una fecha fija en la debamos sacar los reclamos de sus terreros para meterlos en sus respectivas jaulas de caza.
La preparación para la temporada de caza es importante. No se puede tratar de la misma forma a pájaros de varios celos, consagrados en el bello arte del reclamo, que a los pollos recién adquiridos.
Siempre he querido llevar a la práctica (más de una vez lo he referido), todo lo aprendido de mis maestros, principalmente mi padre y mi tío Manolo, aunque también he aprendido de otros muchos perdigoneros. De todas formas, la caza de la perdiz con reclamo no es exacta, y cada día se llega a aprender algo nuevo. Con cada puesto de alba, sesteo o tarde llegamos a quedarnos sorprendidos de las reacciones tanto de nuestros reclamos como de las perdices del campo. Digo todo esto para poder explicar que no existe una fecha fija en la debamos sacar los reclamos de sus terreros para meterlos en sus respectivas jaulas de caza. Hay quien piensa que se debe hacer en octubre. Hay quien en Navidad…
Primeras lluvias de otoño
Lo que aprendí es a intentar encelar mis reclamos, con respecto a cómo se va encelando el campo. Las perdices de nuestros montes empiezan la «picadilla» con las primeras lluvias de otoño. Me refiero a las lluvias que, junto con temperaturas no tan altas como en verano, casi anuncian el inicio del invierno, puesto que el agua impide que puedan seguir tomando sus baños de tierra, señal inequívoca del inicio de las disputas entre los machos del bando buscando pareja para la época de cría.
Por norma general, los reclamos con experiencia no se deberán sacar de sus jaulones de tierra con demasiada anticipación, puesto que corremos el grave riesgo de hacer que «se pasen de celo», de forma que, cuando llega la época de caza, se muestran demasiados fuertes en el pulpitillo, incitando a las camperas una pelea casi de gladiadores, hecho que hará, con casi toda seguridad, que las perdices no lleguen a entrar.
Los pollos de año sí que necesitan más tiempo en las jaulas de alambres, ya que no sólo se deben encelar, sino que antes se deben acostumbrar a su nuevo emplazamiento. Botarán, alambrearán, e incluso llegarán a «tomar copas» que es el movimiento compulsivo de echar la cabeza hacia atrás tal y como hacen las cigüeñas en su ritual de canto. Hay algunas maneras de intentar corregir este mal gesto: ponerles la sayuela o funda a media jaula es una de ellas (ya que el reclamo notará oscura la parte alta de la jaula, y procurará estar mirando hacia donde tiene más visibilidad), usar jaulas más bajas de lo normal (para evitar que salte dentro)… Cada maestrillo tiene su librillo, y, por lo tanto, cada reclamista tiene una forma diferente de tratar un mismo problema. Seguro que hay quien tiene más métodos para éste y otros problemas. De ahí la importancia de las tertulias entre cazadores: siempre se aprende algo.
El recorte
Antes de pasar los perdigones a sus jaulas, se deben recortar sus plumas. El motivo es impedir que se hagan daño en un espacio tan reducido y llenos de impedimentos a la hora de «bajar el ala», bulanear o hacer la rosca o rueda, que no es otra cosa que el recibo de pluma previo a la sinfonía de curicheos y piñones bajitos que nuestro pájaro emite cuando le entra en plaza la caza.
Para el recorte (todo un ritual), se debe tener en cuenta varias cosas: No debemos arrancar las plumas de cuajo, ya que obligaremos al reclamo a echar plumas nuevas. Cada vez que un ave pierde una pluma, automáticamente empieza a salir otra en su lugar, cosa que hace que necesite más vitaminas en su alimentación, y que se muestre más débil que de costumbre, con lo cual, nunca se encelará debidamente para practicar esta modalidad de caza. Lo ideal es cortárselas con unas tijeras (de hojas bien afiladas), sin llegar a tocar la piel del animal.
Si no se está muy acostumbrado en estas tareas, es mejor dejarse ayudar por alguien que nos sujete al reclamo por sus patas y cabeza abajo. Hay quien cuelga de una correa a los reclamos, y creo que da buen resultado, porque si llegaran a aletear, no hay nada que le impida el movimiento, con lo que no se dañarán las alas. Muchos pájaros buenos han llegado a desgraciarse al fracturársele algún hueso de las alas en esta operación, con lo que el cuidado debe ser la premisa principal a tener en cuenta.
Basta con cortarles de diez a doce plumas de cada ala,  dejando las demás intactas, para que el pájaro no se quede «desnudo» y pueda protegerse del frío.
La cola también hay que cortársela, ya que es un impedimento dadas las dimensiones de las jaulas. Se deben cortar todas las plumas remeras, es decir, las largas, dejando las cortas sin tocar, para que así cubran el corte realizado.
En esta época de preparación, hay que cambiarle, escalonadamente, la alimentación normal por la de alta energía o encele.
Una vez recortado el pájaro, se le mira el pico ya que puede ser que lo tenga demasiado largo, con lo cual, no sólo es estéticamente desagradable, sino que es un inconveniente para el reclamo a la hora de comer. No es aconsejable cortárselo, sino limárselo (con una lima de metal al principio para acabar de refinárselo con lija de madera o una lima de uñas). De esta forma, el pico se queda como «de gorrión», cosa que a los aficionados nos gusta mucho.
Debemos observar las patas de nuestros pájaros, ya que puede ser que tengan escamas, cosa que eliminaremos con vaselina u otro tipo de grasa que no sea nociva y frotando suavemente. Posiblemente debamos repetir esta operación varias veces en días seguidos, ya que la grasa lo que hace es reblandecer las escamas, (que no es otra cosa que piel muerta, ya que la nueva la tienen debajo), y con darle estos masajes en varias ocasiones, la piel muerta se cae.
Las uñas de los reclamos suelen ser un problema para ellos, ya que al estar sin poder desgastarlas al no poder caminar dentro de sus terreros y/o jaulas, pueden crecer demasiado. Hacerles la pedicura no es ningún misterio, siempre y cuando se haga con cuidado de no dejar las uñas demasiado cortas, ya que en ellas hay capilares sanguíneos que podemos herir, con la consiguiente pérdida de sangre.
Hace unos años, alguien me dijo que después de recortar los reclamos, es bueno darles un baño de agua templada. Lo he probado y funciona. Se trata de, teniendo el pájaro en las manos, sumergirlos enteros (menos la cabeza) en agua, ni tan fría como para que se resfríen, ni tan caliente como para hacer que se cuezan. Al principio se quedan muy feos, pero una vez dentro de la jaula, ellos se empiezan a «atusar» las plumas y se quedan más tranquilos. Ni que decir tiene que debe hacerse un día en el que podamos ponerlos al sol para que no cojan frío y se sequen en condiciones.
Celo y alimentación
El celo y la alimentación están más que unidos. En esta época de preparación, hay que cambiarle, escalonadamente, la alimentación normal por la de alta energía o encele. Si se usan piensos ya preparados, el cambio consiste en mezclar una cantidad de pienso de encele con el pienso normal de mantenimiento, e ir subiendo el porcentaje poco a poco hasta conseguir administrarles sólo pienso de alta energía. Si, por el contrario, alimentamos a nuestros pájaros con semillas mixturadas (trigo, avena limpia, cebada, maíz, mijo, soja, pipas de girasol…), debemos ir eliminando aquellas semillas de más contenido graso (como las pipas de girasol) y darle, con medida, alpiste, cañamones, chufas… Estos alimentos son muy proteínicos, así que iremos notando cómo se van  encelando poco a poco. No deben faltarle en el comedero algunas piedrecitas (chinotes del tamaño de los granos de trigo, por ejemplo) que les ayude en la digestión.
Suministrar verde a los perdigones es primordial para su encele adecuado. Normalmente se les debe dar durante todo el año, pero es en ésta época, y durante su caza, cuando más lo necesitan. Las perdices de campo, durante el verano, no pueden ingerir mucha hierba, ya que los campos están casi secos. Su alimentación se basa en semillas y pequeños animales (hormigas, saltamontes, grillos…) que buscan en nuestros campos. Pero es en otoño e invierno cuando estas semillas germinan, con lo que la alimentación se basa en brotes de trigo y otros cereales, sin olvidar los pequeños insectos.
Lo de los insectos lo podemos suplir con asticots, larvas de mosca o gusanos que venden en tiendas de pesca. Lo de los brotes, basta con tener un recipiente con algo de tierra, cubrir la tierra con agua y echar unas cuantas semillas de cereales. Cuando estas semillas empiezan a germinar, y teniendo los brotes un par de centímetros de altura, se arrancan (con raíz y todo) y se les echa en el comedero. De esta forma pueden ingerir el grano, el brote y la tierra que en el campo comen las campesinas, y que les da fuerza y energía más que suficientes.
A partir de ahora, tenemos que sacarlos al sol de vez en cuando, con cuidado de no dejarlos mucho tiempo.
NUNCA les debe faltar el agua. Aunque hay creencia que las perdices en el campo no beben en invierno, al comer al amanecer los brotes de hierba, ingieren la cantidad de agua necesaria para subsistir. No así los reclamos enjaulados, que se deben conformar con lo que les pongamos en sus comederos, y si no les ponemos lo adecuado, no estarán en perfectas condiciones para la caza.
Si nos precipitamos en el cambio de la alimentación, los reclamos se encelarán demasiado pronto, con lo cual tendremos el mismo problema (ya mencionado antes) de tenerlos «pasados de celo». Según como venga el año atmosférico, así tendremos que ir acompasando los cuidados a nuestros reclamos.
Garbanzos remojados en agua, bellotas y castañas peladas y picadas, almendras, hojas de rábanos… Todo es aconsejable para que nuestros perdigones lleguen a un estado de encele adecuado.
A partir de ahora, tenemos que sacarlos al sol de vez en cuando, con cuidado de no dejarlos mucho tiempo, ya que en estos meses, el sol es traicionero y podemos llegar a perder asfixiados a más de uno de nuestros machos de perdiz. Observarlos cómo se van encelando, desafiando al vecino y cantando por alto cuando los separamos unos de otros…
La caza de la perdiz con reclamo se disfruta todo el año con los cuidados de nuestros perdigones, mirando sus comederos por si no comen bien, sus deposiciones por ser uno de los primeros síntomas de posibles enfermedades…
Tendremos que ir revisando la silla de caza, las sayuelas o fundas, el puesto portátil, el chuzo del repostero… Pero eso será otro tema del que hablaremos en otro momento…

Por Jonathan Martinez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario