jueves, 21 de febrero de 2013

Cuidados del reclamo de perdiz para sacar todo su potencial

Algunos pájaros, sobre todo los pollos del año, se quedaron sin definir del todo en la temporada anterior, unos por su frialdad, no mostrándonos más que unos tímidos reclamos que nos agradaron, pero al pájaro le pedimos bastante más que eso.
Reclamo de perdiz, Caza de perrdiz con reclamo
Es posible que algunos piensen aquello de que los buenos reclamos nacen y no se hacen, y no les falta razón, pero algunos que podrían ser buenos o muy buenos se quedan en el camino por falta de atenciones o por cazarlos inadecuadamente.
El rendimiento de nuestros pájaros debe ser cuidado con esmero cada día, atendiendo y controlando sus deposiciones y plumaje
Por ello, tendremos que esperar a que en este celo nos demuestren si ha merecido la pena retenerlos un año más al lado de nuestros “fenómenos” ya consagrados. Pero otra causa diferente al propio temperamento del pájaro es aquella que se ha producido por la falta de los cuidados adecuados y por lo tanto no ha llegado como es debido al momento de la caza.
Estas meticulosas atenciones deben ir siempre unidas a la vida de nuestro pájaros, pero mucho más desde que éstos han cambiado sus plumas de pollito y lucen sus mejores plastones de adulto. Pero si no hemos podido hacernos con su propiedad hasta casi entrada la campaña, resultará, en el caso de que haya estado en unas malas condiciones de luz, sanitarias y de alimentación, que sus posibles incursiones en el campo para dar el puesto serán mediocres o con grandes altibajos, teniendo muy presente el cazador que entienda un poco el por qué y cómo hace su trabajo el enjaulado, extremando muchas las precauciones en el proceso de amansamiento del animal, dedicándole una cantidad de horas que suele provocar la merecida regañina de nuestros ambientes familiares.


Prestar tiempo y dedicación a los pájaros

El comportamiento de un reclamo puede cambiar radicalmente si disponemos de tiempo para su preparación, dándole baños de agua y tierra en sus debidos momentos, vigilándoles la longitud de sus picos poniendo a su alcance las debidas piedras, en las que contendrá su crecimiento como lo hacen sus hermanas del campo. Esto nos dará unos machos lustrosos, con un aspecto envidiable y por lógica, a poco que sepamos hacerlo, nos dará muchas satisfacciones, enseñándole lo que debe hacer al ser destapado en distintos ambientes de patio o balcón y en el campo en los meses anteriores a la caza.

Es posible que algunos piensen aquello de que los buenos reclamos nacen y no se hacen, y no les falta razón, pero no me negarán que algunos que podrían ser buenos o muy buenos se quedan en el camino por falta de atenciones o por cazarlos inadecuadamente. No debemos olvidarnos también de aquellos sobrados de energía y con tendencia a subir más de lo normal su música que merecen una especial forma de cazarlos, y si somos capaces de administrarle esa energía por un buen camino, además de disfrutar de un poderoso, tendremos a un pájaro que también sabe dominar su sangre.

Aquí una vez más la mano del hombre resulta trascendente y los primeros tiros deben hacerse con mucha cautela, para que los cantos de cuchichío no formen parte principal y única en cada puesto, porque no olvidemos que en la variedad estará el éxito del puesto, y esto además de llevarlo dentro hay que potenciarlo.

Pocas aficiones pueden llegar a ser tan gratificantes como el enseñar o descubrir a un nuevo pájaro en nuestro jaulero, aunque he de deciros que el ojo que algunos tienen para seleccionar perdices nada más verlas es digno del mejor de los elogios.

Rendimiento de los pájaros

El rendimiento de nuestros pájaros, ahora que algunos han empezado a cazar en sus zonas, debe ser cuidado con esmero cada día, atendiendo y controlando no solamente sus deposiciones, sino que su plumaje esté en su sitio y no en la bandeja debajo del culo de la jaula.

Además, es preferible empezar de una forma pausada rodando los pájaros con puestos cortos, para que vayan entrando en faena (me estoy refiriendo a los nuevos), y rápidamente en un par de incursiones de verdad, donde tenemos la escopeta como herramienta para culminar el lance, ver lo que da de sí, dejándonos de lado el sentimiento, que en demasiadas ocasiones nos acompaña, teniendo claro que hay que separar el grano de la paja.

Debemos -y en ello nos van la alegrías de los futuros puestos-, apartar de nuestro jaulero rápidamente aquellos que su silencio es demasiado repetitivo ante el canto de las del campo. El hecho de ni tan siquiera querer cantar como signo de cortesía hacia sus congéneres, demuestra que si se le ocurriese un día y la gracia culminase con algún tiro afortunado, es muy seguro que tendremos lo más ingrato del mundo en nuestra plantilla: “un media cuchara” .

Lances distintos según el cazadero

Al hablar de tipos de perdices, me estoy refiriendo a su comportamiento, que en cada coto es totalmente distinto. En los lugares de monte fuerte o cerrado, se las oirá poco y vendrán muchas veces de vuelo, descolgándose de las riscas emitiendo un sonido que muchos cazadores aún desconocen, un “picho-picho” que enmudece todos los sonidos del campo, oyendo el que realiza el aguardo, el batir de las alas cuando pasa sobre su cabeza buscando el lugar de posarse. Una tensión, una inmovilidad y un silencio que se acaba con las músicas en forma de pitas y recibo de nuestro pájaro, que contempla la carrera frenética de su oponente hacia su repostero.

En cambio, en las zonas más despejadas de monte y labor, podríamos tener la agradable sorpresa de tener alguna pareja a menos de cien metros de donde nos hemos colocado el puesto portátil, y cuando menos lo esperemos la tendremos en la plaza. Ahora bien, antes, para que esto suceda, debería de haber habido diálogo y lucha, a pesar de que como decían nuestros maestros del pasado, en alguna ocasión nos entraban de callada.

Mi impresión y la experiencia que vamos teniendo con la tecnología actual, me atrevería a decir que tanto el reclamo como el campo se han escuchado y sugerido algún mensaje que en muchas ocasiones no hemos oído a las parejas del lugar, por las interferencias del viento o porque nuestra agudeza auditiva no ha sido capaz de percibirla.

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